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Gobierno de transición

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La ira de los ilegales.
Fecha Publicación: 09/11/2020 - 20:10
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Fueron 105 votos a favor, 19 en contra y 4 abstenciones los que dieron por concluido el mandato presidencial del señor Vizcarra, convocando a juramentar el día de hoy al nuevo Presidente Constitucional de la República, Manuel Merino.

Resulta difícil que el señor Vizcarra tenga un juego alternativo. Este jaque mate no se lo esperó. Confiaba en su respaldo popular, el de las Fuerzas Armadas y la lealtad de su ex aliado, Alianza por el Progreso. Pero no ocurrió. Fue traicionado, tal como lo hizo él con sus compañeros de gobierno, cuando promovió entre WhatsApp la caída de PPK.

La suerte estaría echada. Salvo que Vizcarra decida oponerse judicialmente con una medida cautelar, acusando al Congreso de un golpe de Estado camuflado, y retándolo a que lo saquen de Palacio de Gobierno a la fuerza. ¡A ver quién lo saca de allí! Pero dudo que ello ocurra. Al cierre de esta columna aún esperábamos que se dirija a todos los peruanos.

Lo cierto es que, si nuestra endeble institucionalidad se respeta, Vizcarra tendría que dar un paso al costado y dejar que el nuevo gobierno tome control lo antes posible del aparato público central. Un gabinete de transición sería una clara demostración de que los apetitos personales de los nuevos gobernantes no reinarán en medio de la monumental crisis sanitaria y económica que nos dejó como legado el mediocre gobierno de Vizcarra. Lo otro será garantizar que el calendario electoral no se toque ni un solo día.

Algo que debemos admitir, por cierto, es que Vizcarra morirá en su Ley. En su momento más agónico --cuando rendía cuentas en el pleno-- su actitud fue pechar al enemigo político en su propia casa. Nunca tendió puentes reales ni concretos. Discurso vacío para las graderías. Su modus operandi es y será la disputa. Jamás dejará de comportarse como un candidato. Su naturaleza confrontacional no le permite comprender que gobernar es lograr acuerdos y concertar. Por ello, que no acepte la decisión del Congreso siempre será una posibilidad.

Triste final para uno de los personajes políticos regionales más interesantes que produjo nuestra historia en las últimas décadas. Final solitario y confuso, desconectado de una realidad social que no logró descifrar hacia el final de su mandato.

Me quedo con esa última fotografía de su leal escudero, Richard Swing, denunciando en solitario por las calles de Lima un golpe de Estado camuflado, cubierto por medios de prensa que elevan sus índices de sintonía cuando ponen en pantalla y en vivo esta perversa versión nuestra del club de la pelea. Lo que toca es construir hacia adelante. Mirar hacia atrás ya no es una opción.