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Golpe y contragolpe

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Fecha Publicación: 10/12/2022 - 23:20
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Luego de un golpe y un contragolpe en el mismo día, de los tres planes políticos en marcha ha prevalecido por el momento el plan caviar: sacar a Castillo para poner a Boluarte, copar el Estado y quedarse hasta el 2026. Esto es, sin adelanto de elecciones.

En segundo lugar, el alambicado plan de la oposición -que consistía en vacar a Castillo y sacar a Boluarte para poner en Palacio al presidente del Congreso, José Williams, héroe de Chavín de Huantar- y convocar a elecciones adelantadas, no es un imposible aún, pero tenía fecha de caducidad. La ventana de oportunidad se abría solo después de sacar a Boluarte, porque un país que ha atravesado ya tres vacancias presidenciales en cinco años, dificilmente va a tolerar una cuarta vacancia exprés.

El tercer plan es el del eje La Habana-Caracas-Evo-Cerrón. Consiste en sacar a Castillo, a Boluarte y a Williams para generar el caso o, como ellos dicen, las condiciones objetivas para la captura del poder. La falla crucial en ese plan es que está fuera de la democracia, la Constitución y el Estado de Derecho y es inviable sin el apoyo de las Fuerzas Armadas. En los último días ha quedado claro por fin que el eje no ha podido controlar a las fuerzas armadas. El Perú no es, pues, Cuba, ni Venezuela, ni Bolivia.

Por eso mismo, el plan del eje -urdido por la inteligencia cubana- se adelantó a precipitar el escenario del golpe para que hubiera un contragolpe.
Con 48 horas en el gobierno -no en el poder- Boluarte no ha hecho otra cosa que marchar con los militares y reunirse con bancadas del Congreso para hacer ver que esto es lo que sostiene a su gobierno.

El plan del el Eje pasaba también por azuzar el bloqueo de carreteras y la violencia urbana hasta provocar la muerte de víctimas a manos de las Policía o las Fuerzas Armadas para desacreditarlas. Es lo que estamos viendo en el Sur. Estaba previsto el lema: “a Castillo no lo dejaron gobernar”. Y también que “nos han robado nuestra presidencia”. Este es el momento crítico. Si el conflicto incendia la pradera en el sur, el plan del eje será el que prevalezca y el Perú puede caer en la órbita de La Habana y Caracas que tienen detrás a Rusia y la guerra en Ucrania por el control de los mismos recursos naturales que el Perú tiene para la economía global del siglo XXI.

Esta no es una guerra ideológica, ni étnica. Es una guerra por el control de la energía y los recursos para distribuirla y transmitirla -cobre, oro, plata, litio- que el eje pretende disfrazar como un conflicto étnico de siglos para movilizar al sur del Perú hacia la captura del poder.

La opinión pública pregunta cuál es la salida. En lo inmediato, consolidar al gobierno para impedir que el eje imponga su plan.

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