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Gracias, Don Mario

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Fecha Publicación: 19/04/2025 - 22:10
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La literatura universal está de duelo. Y nosotros, los peruanos, también. Se fue un gigante de las letras. El escritor Mario Vargas Llosa partió a la eternidad. Nuestro Premio Nobel de Literatura emprendió vuelo para deleitar con sus novelas, ensayos y artículos a los dioses del Olimpo.
Gracias, Don Mario, por haber puesto el nombre de nuestro país en las esferas más altas de la cultura e intelectualidad del mundo. Usted jamás dejará de ser universal porque, gracias a su talento, ingenio y creatividad, hizo soñar a millones de lectores.
En cada rincón de las bibliotecas del planeta, los libros (con su nombre) estarán presentes en los estantes y anaqueles. Lo paradójico de esta situación es que quienes trabajamos con letras y palabras, quizás no encontremos en el diccionario los términos exactos o adecuados para describirlo en su real y verdadera dimensión.
Indudablemente, quedan “cortos” los adjetivos como: gigante, inmortal, genio, extraordinario, leyenda, maravilloso o fenomenal, entre otros.
Privilegio
Lo conocí en la década de los años 80. Recién me iniciaba como periodista. Era reportero de la entonces Radio El Sol y me tocó cubrir la nota en donde Vargas Llosa asistió al Poder Judicial. Aquel lunes 16 de junio de 1986, el novelista ratificó las conclusiones de la Comisión Investigadora que presidió para investigar la masacre de los 8 periodistas ocurrida en el paraje de Uchuraccay, del departamento de Ayacucho.
Tras soportar el cansancio por varias horas (junto a otros colegas periodistas), por fin apareció por la puerta lateral del Palacio de Justicia la espigada figura de Don Mario. Sostenía con la mano derecha unos documentos. Llevaba puesto un fino saco gris, pantalón negro, una camisa impecable y una corbata elegante. Don Mario siempre se distinguió no solo por su talla física y por su manera de vestir, sino también por su intelectualidad.
El novelista conversó brevemente con los reporteros que estábamos esperándolo. Respondió las preguntas con amabilidad y luego se marchó. Lo seguía su hijo Álvaro, quien aún tenía por esos años de juventud el cabello negro.
Ese día regresé satisfecho a la estación radial con mi grabadora. Inmediatamente, me puse a editar sus declaraciones y dejar listos los cassettes (cintas magnéticas) para el noticiero radial. La comisión periodística había salido “redonda”. Fue exitosa.
Otra anécdota
La obra El pez en el agua (1993) de Vargas Llosa la había leído en esa década, pero confieso que lo hice en una versión “pirata”. Los libros en aquella época eran muy caros. No estaban al alcance de todos.
Sin embargo, la vida brinda revanchas y, por coincidencia del destino, en el año 2023, mientras recorría algunas librerías en Barcelona (España), encontré una flamante reedición de la misma obra que la editorial Alfaguara había reproducido para conmemorar los 30 años de la primera publicación. La compré (en euros) sin pestañear.
Mantengo la esperanza y la confianza en que aparecerán otros genios peruanos para que nos regalen más premios como el Nobel que el autor de La ciudad y los perros nos obsequió. Gracias a este galardón, Vargas Llosa escribió con letras de oro el nombre del Perú en las páginas más gloriosas de la literatura universal.
Hasta siempre, Don Mario. Gracias por todo.
(*) Periodista, comunicador y politólogo

Por Elvis Ojeda

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