Gracias, por tanta poesía
En Lima, nuestra caótica ciudad, se ilumina el horizonte para afirmar que no todo está perdido: es la bendita poesía, que, pese a la fuerza de la oscuridad, pese a ser un hilo fino, une los puntos, ese punto y medio, que es suficiente para activar la frecuencia más sensible de la humanidad y puede temblar los cimientos con los que las personas se alinean para afirmar su condición de seres humanos. La poesía es eso y mucho más.
Ayer finalizó el XI Festival Internacional Primavera Poética. En un hecho sin precedentes en el país se reunieron más de cuarenta poetas de trece países para celebrar la poesía y para rendir homenaje a los poetas del Perú y del mundo. Las infinitas gracias para ellos y para sus organizadores. Esto no hubiese sido posible si no fuera por el tremendo gesto de desprendimiento y atrevimiento del poeta Harold Alva quien año tras año dirige y organiza este magno evento que ya es un referente en el escenario poético mundial; el joven poeta demostró que es posible organizar un evento de trascendencia mayor y a pesar de las carencias de siempre compartió pan con poesía entre los notables e ilustres visitantes. Notoria y lamentable fue la ausencia de las instituciones encargadas de promover la cultura. La lejana e indiferente actitud de sus autoridades ya no nos asombra y es una muestra más del desprecio a las diferentes manifestaciones de la cultura.
Nuestros ilustres visitantes vuelven a sus países y con seguridad con ellos también viajan César Vallejo, José Santos Chocano, José María Eguren, Martín Adán, Blanca Varela, Juan Gonzalo Rose y todos nuestros poetas que también son suyos. Nosotros nos quedamos con sus poemas, con sus obras y también con lo que trajeron con ellos, con Octavio Paz, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, y todos los poetas de quienes tomamos el comburente para encender la luz y hacer brillar la belleza, hacer brillar la vida.
Nos reafirmamos en que vivimos en este mundo real sabiendo que apenas al costado de nuestra sombra hay un mundo de sueños, de ilusión, el que es más poderoso, es en ese mundo donde nos corresponde vivir. Es ese otro mundo que construye la poesía, palabra tras palabra, como si se tratara de llevar el ritmo, el interminable ritmo, del latido del corazón. Ese mundo construido por la poesía es uno que nos acerca, uno donde las estrellas o se desvanecen o ceden su aposento para dar paso a la belleza de su majestad: LA POESÍA.
Hasta la próxima primavera poética.
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