Gran Bretaña, más que una crisis

Gran Bretaña no tiene no tuvo una Constitución o Carta Magna escrita. A diferencia del Perú en que hubo muchas y se cambian a cada rato. Ello le otorga especial fuerza a su Parlamento en Londres para cambiar las cosas mediante leyes que no se sujetan a una norma de mayor categoría jurídica. Es necesario esta constelación de fuerzas, que los políticos construyan un espacio de legitimidad sobre la base de prestigio. Como ya lo he afirmado en otras oportunidades, el prestigio es una herramienta mediante la cual -por la aceptación que genera- se promueven resultados exitosos válidos tanto para una persona, como para una nación.

Ello requiere de una formación reconocida y adecuadamente publicitada. Solo mencionar que se ha estudiado en Oxford da buena reputación. Se supone que para vivir en esa ciudad requiere mucho dinero, o desde el extranjero pagar altas sumas para un título. He visto en Oxford más personas sin hogar, que viven en la calle pidiendo caridad, que en otros lugares. Con lo que se hace más evidente de que donde no hay justicia social, tampoco se puede hablar de derechos humanos y de cultura.

No obstante, otro elemento que conforma el prestigio de Gran Bretaña es su extraordinaria capacidad de convocatoria. En el verde esplendor veraniego de Wimbledon -un torneo deportivo de tenis- se reúne a personalidades de todo el mundo. Si uno tiene suerte puede estar compartiendo -tomando té y unas tartaletas de fresas- con una persona muy interesante de algún lugar alejado del planeta.

No hay una nación que cultive mejor, y de forma sistematizada, el prestigio que la británica. Comenzando por una antigua monarquía que ha permitido la expansión de afanes imperialistas, sin que estos sufrieran mayor condena.

Los errores de los políticos se tamizan con el llamado humor británico. Si estos son de mayor envergadura, especialmente si tienen consecuencias internacionales, son contrarrestados por campañas de propaganda asignándoles otras cualidades. Al jefe de Gobierno conocido por el tabaco en la boca, que pactó con los comunistas soviéticos para vencer dictaduras de derecha europeas, se le comentan “ocurrencias” que son difundidas como frases famosas. La primera ministra que por afanes imperialistas fuera de contexto que causaron muertes en América (Malvinas), se le asignan atributos de carácter, calificándola de Dama de Hierro.

El actual primer ministro, desgastado por escándalos y desaciertos -entre ellos porfiar en el brexit- tiene que irse. La nación británica es resiliente y se adapta a situaciones adversas y es más grande y sólida que sus políticos.

La situación en Ucrania - la operación militar rusa calificada como agresión- recuerda en Inglaterra como en otras partes de Europa, los errores de diversos políticos en la II Guerra Mundial, que entonces le dieron espacios de expansión a la Unión Soviética. Hoy se levantan voces en Europa, cada vez más fuertes, que claman por la paz. Esperemos que los políticos escuchen.

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