Grupo del ALBA, agresiva defensa de Maduro
El secretario de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), Jorge Arreaza, lanzó un ataque frontal contra la Organización de Estados Americanos (OEA), difundido en Telegram. En su carta dirigida a Luis Almagro, lo tilda de “señor Sicario General y grupo de Estados coloniales de la OEA”, acusándolos de “ministerio de títeres y colonias” controlado por Estados Unidos. Estas declaraciones reflejan la seria preocupación de las alianzas autoritarias frente al rechazo internacional por el fraude electoral de Nicolás Maduro en Venezuela.
El lenguaje agresivo utilizado por Arreaza es característico de la retórica oficial de otras organizaciones de izquierda, como el Foro de São Paulo. Aunque ocupa el cargo de secretario general del ALBA, Arreaza ha desempeñado roles importantes en el gobierno venezolano, incluyendo ministro de Educación Universitaria, vicepresidente y yerno del fallecido Hugo Chávez.
El ALBA, fundado en 2004 por Cuba y Venezuela, en contra del proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), está formado por países con orientaciones de izquierda. Es una de tantas organizaciones como el Foro de São Paulo, Grupo de Puebla, Socialismo del Siglo XXI, Consenso de Nuestra América, CELAC, Foro Antimperialista y muchas otras agrupaciones que se presentan como baluarte contra lo que perciben como hegemonía imperialista norteamericana. Formado por 10 países, regímenes como Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela utilizan esta plataforma justificando políticas internas y externas que contravienen los principios democráticos.
Resulta preocupante la presencia de observadores como Irán y Siria en el ALBA, países con reputación internacional cuestionada por su apoyo al terrorismo y políticas autoritarias. Estos estados no solo comparten una visión antioccidental, participan activamente en la promoción de un nuevo orden mundial, desafiando las democracias liberales. Irán está involucrado en la exportación de la “revolución islámica”, acusado de apoyar a grupos terroristas en el mundo. Siria, bajo el régimen de Bashar al-Ásad, convertido en campo de batalla de conflictos geopolíticos, es respaldado por Rusia e Irán.
Un elemento central del ALBA es la adopción de doctrinas militares y seguridad, justificando la lucha contra el “imperialismo” bajo cualquier método. Un claro ejemplo es el libro “Guerra Periférica e Islam Revolucionario” de Jorge Verstrynge, que Hugo Chávez distribuyó entre los miembros del ejército venezolano. El texto defiende la guerra asimétrica y resistencia frente a potencias superiores, utilizado para legitimar la militarización de la sociedad venezolana y una política exterior agresiva.
La “guerra asimétrica” y “guerra de cuarta generación” son conceptos integrados en la doctrina militar venezolana, con un enfoque defensivo y ofensivo para proteger al régimen, exportando su revolución. Chávez, en sus primeros años, creó milicias populares leales al gobierno que respondían directamente al presidente, independientes del Ministerio de Defensa. Estas milicias, conocidas como “colectivos”, fueron diseñadas para actuar como fuerza de choque ante amenazas, reprimiendo la disidencia política. Inicialmente formadas por unos 82 mil efectivos, hoy son empleadas para reprimir a la oposición encabezada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
En este contexto, la OEA debe mantenerse firme, comprometida con la democracia y derechos humanos, enfrentando con determinación las amenazas de los regímenes autoritarios y sus aliados internacionales. La comunidad internacional debe reconocer los peligros de la expansión de alianzas como el ALBA, tomando medidas para contrarrestar su influencia, protegiendo los valores democráticos.
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