¿Gustavo Gorriti merece una tregua?
¿Gustavo Gorriti merece una tregua? Este artículo parte de las ideas de que Gorriti concebía a la política como la guerra por otros medios, y de que un hombre de la guerra, solo por estar enfermo, no es merecedor de una tregua. La teoría de la guerra llama “tregua” a la cesación de fuegos, de hostilidades, por tiempo determinado, entre los enemigos, quedando así tan solo pendiente el reinicio del fuego, sin que de ninguna manera signifique el final de la guerra. La gran tregua histórica fue la de la Navidad de 1914, en la Primera Guerra Mundial, cuando soldados ingleses, franceses, alemanes, austrohúngaros y rusos del frente occidental caminaron a la llamada la Tierra de Nadie para confraternizar por navidad. Gorriti dice haber caído en vulnerabilidad, pues padecería de un cáncer a los ganglios. También parece decir por sufrir de tal enfermedad, no estaría apto para una guerra que la tiene perdida. En verdad, Gorriti quiere así evitar ir a la cárcel. Es decir, la tregua consistiría en quedarse en su casa, con detención domiciliaria o con comparecencia restringida. La tregua consistiría en no ir a la cárcel, y en que no lo investiguen, ni el Ministerio Público, ni el congreso de la república. Lo cierto es que Gorriti hace política como hombre de guerra. A su retorno a Perú, venido de Panamá donde también libro una guerra, fundó IDL-Reporteros, que es una unidad de investigación periodística al interior del Instituto de Defensa Legal-IDL. Se ha desempeñado como periodista en la guerra entre el Estado peruano y Sendero Luminoso; en la guerra con el narcotráfico en Panamá; y organizó los Cuatro Suyos, yotras guerras. Ha trabajado como director del diario La República e IDL Reporteros, y del diario panameño La Prensa. Finalmente, fue declarado persona no grata por el Sindicato de Periodistas de Panamá. Es decir, su trabajo siempre fue la guerra. Él tendría toda una organización de guerra, conformada por fiscales penales a los cuales “orientaba” en las investigaciones preliminares de los políticos a los que concibe como enemigos, y hasta parecía tener en la Diviac a su policía propia. Ha escrito algunos libros sobre investigación periodística, pero que siempre tiene como objeto alguna Guerra, el más importante es Sendero: Historia de la guerra milenaria en el Perú.
Gorriti es el general que dirigió la guerra caviar. Ha ejercido el mando del ejército de aniquilamiento caviar con conocimiento, resolución y severidad. Gorriti parece moverse de acuerdo a las enseñanzas de Sun Tzu, en El arte de la guerra. Él es un hombre-soldado peligrosamente deductivo, y estratégico hasta la psiquiatría. Parece que el Maestro Sun le dijo a Gorriti que la guerra “es el terreno de la vida y de la muerte, la vía que conduce a la supervivencia o a la aniquilación”. Gorriti ha dicho sobre el suicidio de Alan García: “Si es que yo hubiera sabido que iba a pasar, hubiera pedido una tregua para tratar de convencerlo de que no lo hiciera”. Gorriti es la demostración de que se puede ser fundamentalista sin religión ni teoría política. Él es un fundamentalista por la guerra misma, y tan solo por el procedimiento. Precisamente, en su guerra ha implementado los mecanismos perversos del lawfare y el infoware con disciplina, organización, jerarquía de mandos. Su único sentimiento es el odio. En todo caso en el único sentimiento que lo ha guiado en su guerra política. Odia fundamentalistamente a Alberto Fujimori y a Alan García. La diligencia de detención preliminar de García fue una operación militar. Gorriti cercó a García cuando sus fuerzas eran “como un quintal frente a una onza”, y las del ex presidente como “una onza frente a un quintal”. Gorriti sabía que la norma en el arte de la guerra consiste en “cercar al adversario si la superioridad de que se dispone es de diez contra uno, en lanzarse al ataque contra él si es de cinco contra uno”. Finalmente, parece que el Maestro Sun le aconsejó a Gorriti que no debía tener forma, para que no lo atrapen el Congreso de la República, el Ministerio Público y la policía. Gorriti es otro monstruo social, como Abimael Guzmán, pero en su propia versión de guerrillero urbano. Gustavo Gorriti no merece una tregua.
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