Hace 144 años Chile nos declaró la guerra
Solo los mediocres, que son muchos, y los cobardes, felizmente muy pocos, no quieren recordar la guerra que Chile nos declaró un 5 de abril de 1879, como hoy, para que nunca más se repita. Aun cuando vivimos la guerra de Rusia contra Ucrania, hoy el derecho internacional proscribe las conflagraciones bélicas por la obligación de la solución pacífica de las controversias.
No olvidemos que la decisión chilena de naturaleza militar fue política de Estado y ya había sido ideada por Diego Portales (1793-1837), el mayor visionario geopolítico de país sureño, al percibir la enorme amenaza que para Chile representaba en su entender la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). Portales la frenó creando la tesis expansionista que todos los chilenos la legitimaron, quedando inscrita en su imaginario nacional la idea de la conquista, hoy de naturaleza económica.
En Santiago sabían de sus limitaciones geopolíticas y por eso invadieron Atacama (Bolivia) y Tarapacá, Arica y Tacna (Perú). Nosotros sabiéndolo fuimos dominados por la desidia de siempre por nuestra mayoritariamente clase política conformista, que vivía de la bonanza del guano y completamente alejada de los intereses nacionales, exactamente como pasa hoy, de espaldas al país.
En efecto, la guerra nos impactó y nuestros gobernantes poco o nada hicieron para superar nuestra condición de derrotados, como lo denunció Manuel González Prada. Hay quienes no prefieren hablar de la guerra para no ser tildados de revanchistas o resentidos. Son los referidos herederos de la sociedad de timoratos y comodines y hasta con postura de avestruz, que le hizo mucho daño a nuestra heredad nacional.
Nuestro triunfo jurídico en la Corte Internacional de Justicia por la controversia jurídica de delimitación marítima contra Chile compensó a nuestra derrota militar de 1879. No peleemos con Chile, país con el que compartimos el espacio de la cuenca del Pacífico, pero para que no nos vean por encima por su conciencia arraigada a la idea de la victoria, seamos nacionalistas de verdad, lo que aún no somos. Los países que sí lo son se volvieron ricos y poderosos. Carácter para invertir en la educación que no tenemos y cultivemos el imaginario patriótico que, guste o no, tampoco tenemos.
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