¿Hacemos algo por defender nuestro país?
El solo debate de la bicameralidad gatilló las glándulas sebáceas de la mayoría de representantes ante el Congreso. La euforia fue enorme para un segmento de congresistas que, de legisladores, no tienen un pelo por su crónico analfabetismo. Peor aún, por su persistente desinterés en corregirlo para, siquiera, hablar y escribir correctamente. Esta especie peruana –el modelo de Pedro Castillo (ágrafo y flojo, como éste)– pregona en su condición de “propietarios” de un supuesto sindicato magisterial que, en realidad, fue o es un centro de ideologización y politización de una metodología educativa, transformado en vil instrumento coercitivo al servicio de una “educación” orquestada por doctrinas destructivas (comunistas/senderistas), gradualmente transferidas a nuestra juventud. Esta ralea autocrática, que antes caminaba unida bajo el paraguas del partido Perú Libre –que encabezó el resentido social, iletrado, golpista, ladrón Pedro Castillo– hoy divaga derrotada por todos los corrillos del Parlamento, señalada como culpable de mucho del inmenso daño que (ellos y su partido) le han generado a millones de peruanos. Dividida y sin rumbo, esa masa –hasta hace sólo dos años– incordia con euforia a quienes se le pongan por delante, sin importarle hacerlo usando piedra, palo, gasolina, dinamita o bala. Esto quedó registrado en los dos procesos de ataque a la democracia desatados en Lima y regiones del sur del país que produjeron no solo muchísima muerte sino gran cantidad de heridos de un país tanto económica como moralmente quebrado. Ese fue el precio que pagó nuestro país por el analfabetismo alentado por una masa que se dice de profesores, pero que en rigor son viles agitadores ebrios del poder, desquiciados por vengarse del resto del mundo al que culpan de todo; incluso de su dejadez por educarse, desarrollarse y comportarse como ciudadanos dignos. En vez de emular a muchísima gente que pasó por esa misma niñez y adolescencia; pero que optó por esforzarse en estudiar y por salir adelante; estos se resignan a no hacer nada, arrimándose a la venganza y la extrema violencia.
Hoy el Perú sigue retrocediendo, quizá en vano intento por restañar heridas y volver a levantar cabeza. El lastre es inmenso y las pendencias están a flor de piel desde el lado de los malos peruanos, quienes se consideran explotados por esos mismos agitadores que empujaron al vacío a las masas violentistas, para incendiar el país el año 2021-2022 so pretexto de haber ganado unas elecciones manipuladas por la ultraizquierda. ¿Estamos haciendo algo por plantear una solución diferente para las elecciones de 2026? Cuidado que nuevamente se repita un chanchullo orquestado por el Jurado Nacional de Elecciones, aún presidido por Salas Arenas, comunista, defensor de terroristas que hace lo que quiere, y el Legislativo (supuestamente representando a toda la sociedad) impunemente se lo permite. ¡No se oye, padre! ¡Por ahora, a nuestros padres de la patria únicamente les interesa consolidar la bicameralidad, para seguir medrando del Estado viviendo como príncipes! ¿Ocurrirá algún milagro? Sólo a ello apela nuestra inconsistente sociedad. ¡Pero la realidad, como siempre, avanza por la vereda contraria!
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