Haciendo al ceviche un plato de invierno
La infancia de todos nosotros tiene muchos signos que nos quedarán grabados a todos en la Otra Vida. Por ejemplo, cómo olvidar la corneta de D’onofrio cada vez que pasaban por nuestras puertas los carritos heladeros, cómo olvidar esas innumerables propagandas donde diariamente se promovían diferentes servicios y productos relacionados con el verano. Si nos ponemos a analizar la cantidad de publicidad vinculada a otra temporada, en comparación al verano, la diferencia es abismal, y es que el verano suele relacionarse hay espacios de diversión, a viajes y demás situaciones donde el consumo aumenta. Indefectiblemente, por lo menos, así se quiere enfocar. El gran problema que enfrentan los negocios estacionales justamente está ligado a esa gran publicidad vinculada a una estación particular, en este caso el verano, dado que en la mente del consumidor no solo promocionamos para un momento concreto sino también restringimos el consumo para todo aquel momento que no pertenezca a dicha estación. Lo que debemos tener en consideración es que la oferta a llevar al mercado debe ser consistente a pesar de la estación.
Tomo el ceviche como ejemplo porque claramente, al visualizarlo, siempre está la luz del sol entrando por la ventana, pero cuando esa luz baja, leemos noticias como, por ejemplo, que cerca de veinte mil cevicherías cerrarían al culminar el verano, dado que si bien han recuperado volumen de ventas, sus ganancias no les ayudan a ser sostenibles. Señores, hoy las circunstancias nos obligan a salir de nuestras estrategias convencionales y a buscar cómo perpetuar, más allá de la estación, una oferta atractiva para el consumidor.
Nosotros mismos educamos al consumidor a comer helado en verano y tomar sopa caliente en invierno, pero les aseguro qur no son pocos quienes disfrutan de ambas cosas durante todo el año. Debemos ser creativos y encontrar la manera de atraer a nuestros clientes SIEMPRE. Para esto, lo fundamental es entenderlos y, para lograrlo, debemos conocerlos; es así donde la información recopilada cobra vida... ¿pero cuántos de nosotros levantamos información de nuestros clientes?... Eso pensé.
Bueno, sin importar nuestro rubro, empecemos a comunicarnos con nuestros clientes, preguntémosles qué les gustaría recibir de nosotros, cómo quieren comer un helado en invierno, tal vez junto a una torta de chocolate caliente, cómo inclinarse por la comida marina, en ellos está esa respuesta. Hoy, la información no es un privilegio, es una necesidad para subsistir.
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