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Hambre

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Fecha Publicación: 24/11/2023 - 21:10
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En la encrucijada de las cifras alarmantes de hambre que abraza a diversas regiones de Perú, se revela una verdad incómoda y urgente. La última actualización del Índice Global del Hambre (IGH) 2023, proporcionada por la ONG Alliance, ha trazado una curva ascendente que nos coloca en la posición más precaria de la última década. Las regiones de Cusco, Junín, y Pasco, que experimentaban una situación de hambre moderada, se encuentran ahora en un estado crítico. Huancavelica y Apurímac, por su parte, asoman peligrosamente hacia un nivel “alarmante”.
Este incremento del hambre en Perú, que se traduce en un aumento de 17.7 a 19.6 puntos en el índice, tiene raíces profundas en la inflación y desaceleración económica. Sin embargo, la pandemia y fenómenos meteorológicos también han dejado su huella, contribuyendo a un escenario donde el límite entre la “situación moderada” y “grave” es tan solo de unos escasos puntos.

Detrás de estas estadísticas, emergen historias humanas, familias luchando contra la desnutrición, la pérdida de oportunidades y el futuro incierto para sus hijos. La receta para abordar este desafío debe incluir un ingrediente esencial: el emprendimiento, pero para que tenga éxito urge que el gobierno tenga éxito en reactivar la economía.
En momentos de crisis económica, los emprendedores se convierten en catalizadores del cambio. Son los arquitectos de la resiliencia, capaces de construir nuevas oportunidades incluso en medio de la adversidad. ¿Cómo podemos, entonces, empoderar a estos agentes del cambio para transformar la situación económica y social de las regiones más afectadas?

En primer lugar, es crucial reconocer el potencial del emprendimiento local. En lugares como Lambayeque e Ica, donde la agroexportación y la producción agroindustrial han mantenido la situación de hambre en niveles bajos, existe una lección importante. Apoyar e invertir en iniciativas locales puede convertirse en un antídoto efectivo contra la inseguridad alimentaria.

La democracia, con su principio fundamental de representación inclusiva, puede desempeñar un papel vital. No solo se trata de elegir líderes políticos, sino también de garantizar que las políticas públicas respalden la creación y el crecimiento de pequeñas empresas. La transparencia y la participación ciudadana son los cimientos sobre los cuales se construye una sociedad donde la oportunidad no es un privilegio sino un derecho.

La realidad de perder más de una década de avances contra el hambre en varios departamentos es un llamado de atención. Tacna, Moquegua, Tumbes, Lima, Callao, Junín, Ucayali y Apurímac, entre otros, han retrocedido, y es hora de recuperar el terreno perdido. Esto implica una colaboración activa entre el sector privado, el gobierno y la sociedad civil, reconociendo que el emprendimiento no puede prosperar en un vacío, sino en un ecosistema sólido de apoyo.

El desafío del hambre en Perú exige una respuesta integral. El emprendimiento, respaldado por políticas democráticas inclusivas, puede ser el motor para revertir esta tendencia preocupante. Más allá de las estadísticas, está la promesa de un Perú donde la oportunidad y la abundancia no sean sueños lejanos, sino una realidad compartida por todos.

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