¿Hasta cuándo, amable lector?
El plagiario Pedro Castillo, presidente nominal de la República, está investigado por corrupto por la Fiscalía de la Nación; la esposa del mandatario también es investigada por el Ministerio Público; Vladimir Cerrón, presidente de facto del país, está libre pese a haber sido condenado por corrupción y goza de libertad provisional, aunque ayer su vivienda fue allanada por la Fiscalía en medio de un nuevo expediente por afiliación al terrorismo; asimismo, el Congreso impulsa una segunda interpelación al premier Aníbal Torres sobre inconstitucionalidad de la prórroga de emergencia nacional. A todo esto, el país ha ingresado en una estado de anomia absoluta. La confusión, el desorden y la falta de autoridad es sobrecogedora y peligrosísima; la economía nacional hace agua; el costo de vida se ha disparado a niveles de dos dígitos; el desabastecimiento ya se percibe en casi todos los sectores; la ansiedad ciudadana es manifiesta, etc. Pero el aún mandatario Castillo hace cuatro meses que no pronuncia una palabra respecto a semejante realidad.
Castillo Terrores se ha convertido en un mito perverso del cual se habla pero él no responde. ¡Ni siquiera se le ve! Permanece encerrado en palacio de gobierno, rodeado de alimañas, aterrado por insalvables, sucesivas y cada día más graves imputaciones que surgen contra él, como consecuencia de la descomposición de su gestión. ¡Y por el proceso de delación de sus más próximos colaboradores! La aparición diaria de sucesivos videos, audios, chats, correos, etc. revela ese estado nauseabundo en el que este régimen bolchevique, instalado hace sólo diez meses, ha colocado al Perú. Castillo Terrones está atormentado, aterrorizado, paralizado. Y por culpa suya, lo está igualmente el país entero. Si semejante afrenta a la nación no es la causal de vacancia que esperan los congresistas que siguen aferrándose al cuento de que “hay que darle más tiempo a Castillo para que enmiende”, a los demócratas sólo nos queda declarar un lockout general como medida extrema para acabar con el caos.
Hace dos meses planteamos esta figura. ¡Pero el tiempo vuela! ¡Estamos ad portas de cumplir un año de Castillo! Y lo único claro es que la situación sociopolítica/económica se ha tornado inmanejable. ¿Hasta qué punto está usted dispuesto a permitir que siga avanzando la metástasis del cáncer llamado comunismo? ¿Al extremo que estalle una asonada y el país se convierta en un campo de Agramante, donde reine mayor confusión y peligro? ¿Está usted decidido a correr semejante riesgo, amable lector, sólo para satisfacer su indolencia, sus temores y su falta de coraje, cuando esos tres enemigos de todo ciudadano lo único que hacen es agravar los problemas que, indudablemente, acabarán primero confiscándole su patrimonio, después su libertad y al final del día su vida?
Esta fue la foto de ayer del Perú. Hoy, como pasa todos los días desde que el régimen comunista se encaramase en el poder, habrá que agregarle otras coyunturas y nuevos desasosiegos del poblador, como parte de una espiral híper corrosiva que, repetimos, afectará directa, cruel e implacablemente tanto a usted como a toda la solución.
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