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¿Hasta cuándo el desorden que asfixia…?

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Fecha Publicación: 16/07/2025 - 22:50
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En el Perú nos hemos resignado a vivir en ciudades bloqueadas en sus entradas y salidas porque la inexistencia de controles y la inacción del poder estatal por parte de las autoridades competentes han permitido que la expansión urbana no planificada haya devenido en la ocupación de los futuros espacios para ampliación de carreteras para ingresar y salir de las ciudades sin bloqueos por congestión de tráfico motorizado, sobre los cuales se levantan construcciones de toda índole, aunque no solamente se invaden esas áreas, sino que la gente construye sobre veredas y hasta parques de manera impune.
Un ejemplo por demás demostrativo fue el proyecto de la prolongación de la vía expresa hasta la Panamericana Sur, a la altura del puente Atocongo, que estuvo paralizado por muchas décadas porque toda la extensión destinada a la vía fue invadida por construcciones levantadas, no por invasores comunes, sino por centros educativos de prestigio, por la Fuerza Aérea para construir residencias, por urbanizadores y centros comerciales, entre muchos otros.
Tuvo que aparecer alguien que, aplicando la ley en toda su dimensión, demoliera todo lo construido de manera ilegal y que, en poco tiempo, ya tengamos la vía libre y con los trabajos de implementación de la avenida en mención ya en curso.
Lo mismo ocurrió con la autopista Ramiro Prialé, la que, por desidia de las autoridades, fue progresivamente invadida durante décadas y su proyección hacia Ñaña frustrada por la invasión de urbanizaciones y construcciones irregulares.
Nuevamente hemos sido testigos de que cuando una autoridad aplica la ley, el orden se impone, porque los que actúan ilegalmente tienen que asumir las consecuencias negativas de sus actos. Pero eso ha permitido que se haya eliminado el cuello de botella y la vía comience a mostrar lo que hace muchos años debió estar ya construido.
La Municipalidad de Lima logra traer locomotoras y vagones de un tren desde los Estados Unidos y, sin entrar al tema de la eterna oposición ciega de quienes carecen de visión de futuro para avanzar en modernización, vemos que nadie ha controlado el estado de los rieles del ferrocarril central ni sobre las demás obligaciones del concesionario operador del mismo, pero lo más indignante es que recién nos demos cuenta de que se han construido viviendas y locales comerciales a dos o tres metros de los rieles, cuando las normas exigen el respeto de un espacio mucho mayor porque el futuro siempre exigirá un replanteamiento de la vía y sus paraderos por la sustitución de máquinas mayores o por el incremento demográfico.
Pues el dilema no puede resolverse a favor de los actos ilegales, sino de los cientos de miles que requieren movilizarse decentemente.
Algo que resulta risible es que mucha gente exija trenes modernos nuevos, a sabiendas de que no tenemos presupuesto suficiente. O no vivieron u olvidan que en la crisis del transporte público a inicios de los noventa del siglo pasado hubo que importar cústers o combis usados y con timón cambiado, en los que viajaban colgados. Fue el precio para luego mejorar ese servicio.

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