Henry Kissinger, el gurú de la diplomacia y el Orden Mundial
Hoy, martes 27 de mayo, quisiera dedicar mi columna al más importante diplomático de los Estados Unidos de América del siglo XX y los 24 años que vivió del XXI, es decir, el extraordinario Henry Kissinger, que pasó los 100 años de edad –murió el 29 de noviembre de 2023–, y que este año hubiera cumplido 102. Nacido en Furth, Alemania (1923), y de origen judío, nacionalizado estadounidense en su juventud, el otrora laureado secretario de Estado durante el segundo gobierno de Richard Nixon (1972) –durante el primero (1969-1972), fue su consejero en Seguridad Nacional y lo mantuvo incluso, cuando asumió la presidencia Gerald Ford (1974-1977) a la renuncia del mandatario republicano por el sonado caso de Watergate (1974)–, ha pasado a la historia de las relaciones internacionales y de la política internacional, por sus contribuciones para allanar el camino internacional del país más poderoso de la Tierra. De hecho, casi una década después del final de su participación gubernamental (1977), se logró, a tono de recoger los frutos de sus estrategias, la ansiada hegemonía unipolar de Washington, aunque luego cuestionada por el 11S de 2001, el mal manejo de la pandemia de la COVID-19 y por el retiro de Afganistán, visto como signo de derrota. Kissinger, un hombre habilísimo que conoció como nadie de inteligencia, seguridad y defensa –por eso los internacionalistas no solo deben dominar derecho internacional sino doctrina sobre el poder mundial–, hasta el final de su vida fue consultado por las administraciones posteriores de la Casa Blanca, sean republicanas o demócratas. Una lección para que los sucesivos gobiernos de un Estado, pensando en los objetivos nacionales, convoquen sin prejuicios a los mejores sin importar la tienda política de la que proceden o la ideología que profesan. En efecto, Kissinger es el mejor ejemplo de que un Estado jamás debe prescindir de sus hombres pensantes, de aquellos que ven en un museo, más que solamente colecciones pictóricas, pues cuando todo el país se hallaba concentrado en la caída de Nixon, el autor de la afamada obra “Diplomacia” (1994), seguía inmutable moviendo las piezas del ajedrez que diera poder descomunal a Estados Unidos a partir de fines de los 80, y del cual enseñó a nunca descuidar el frente externo, manteniendo intacta la influencia estratégica planetaria de Washington. Kissinger consiguió la hazaña de desplazar a la Unión Soviética, promoviendo a China, y por ello, se convirtió en el gurú de la diplomacia de su país que siempre será recordado a la luz de su enorme legado. Finalmente, en su libro “Orden Mundial” (2016), reiteró su atención por China que sigue en alza, y confirmando la importancia que siempre le atribuyó al gigante asiático en el tablero mundial. Kissinger, en síntesis, fue el artífice de la construcción del posicionamiento estadounidense en su proyección internacional en gran parte de la segunda mitad del siglo XX preocupándose en todo momento porque se mantuviera incólume la cualidad de hegemón que hasta hoy conserva, más allá que le pise los talones, China y un poco más atrás, India.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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