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Heridas emocionales

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Fecha Publicación: 05/04/2022 - 22:00
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Por Zu Ghersi

¿Cómo influyen en mi vida?

Las heridas emocionales son como lesiones psíquicas originadas en la niñez y que repercuten en nuestro desenvolvimiento como adultos, vaticinan en gran parte de los casos cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos, son como fragmentos sueltos y mal curados que nos impiden llevar una existencia plena e incluso afrontar los pequeños problemas del día a día con mayor soltura y resistencia.

Suelen evidenciarse de infinitos modos, ansiedad, pensamientos obsesivos, mayor vulnerabilidad hacia determinados trastornos, problemas del sueño, actitud defensiva…

De alguna forma, es común siempre que acontezcan 5 tipos de heridas emocionales de la infancia que terminarán dejando una impronta en nuestra personalidad.

¿Por qué y cómo surgen?

Ellas aparecen por pasado infantil realmente traumático; en otros casos, se origina por una interpretación distorsionada de la realidad por parte del niño.

1. El miedo al abandono

La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Por tanto, en la edad adulta vivirlo otra vez, sentimos una elevada ansiedad y angustia a ser abandonados por la pareja, teniendo pensamientos obsesivos y hasta conductas poco ajustadas por el elevado temor a experimentar una vez más ese sufrimiento.

Genera en gran parte de los casos las rupturas de pareja porque genera dependencia y presión hacia la otra persona.

2. El miedo al rechazo

Las personas no se sienten merecedora de afecto ni comprensión y se aísla en su vacío interior. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.

3. La humillación

Se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Generamos estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados originando con frecuencia una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

4. La traición o el miedo a confiar

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus progenitores, incumplir promesas, no proteger, mentir o no estar cuando más se necesita a un padre o a una madre origina heridas profundas. En muchos casos, esa sensación de vacío y desesperanza se transforma en otras dimensiones: desconfianza, frustración, rabia, envidia hacia lo que otros tienen, baja autoestima…

Esta herida construye personas controladoras y frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.

5. La injusticia

Se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, la baja autoestima, la necesidad de perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.

Lo que debo saber es que el inicio de todo, si bien es cómo conceptualizamos nuestro mundo en el hoy, el inicio para la liberación de estas acciones en mi vida es el viaje de autoconocimiento, ¡el conocernos desde el modo observador! que lo que nos pasa es un aprendizaje para poder sobrepasar este examen y el punto de comienzo es reconocer desde la aceptación con mucha compasión, cariño y observación de nuestra conducta.

¡Espero que a través de esta lectura pueda animarte a tener otra perspectiva y una ventana a descubrirte y a abrazar nuestras HERIDAS!
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