Hipólito Unanue y la Ilustración cristiana
En el segundo tercio del siglo XVIII llegó a tierras americanas la influencia de la Ilustración que tomo gran fuerza a partir del reinado de Carlos III y en Lima uno de sus más importantes representantes fue Pablo de Olavide (1725-1803) quien recibió grandes críticas del clero escolástico del virreinato por sus esfuerzos por difundir las novedades francesas.
Ante estas críticas viajo a la península y brilló en la corte de Carlos IV donde fue portavoz del enciclopedismo de sus amigos Voltaire y Diderot. En 1766 el conde de Aranda le concedió lo nombro Intendente de Sevilla. Nuevamente cuestionado por la Iglesia (1781) se debe exiliar en Francia donde reside de incógnito bajo el nombre de conde de Pilos. Al estallar la revolución francesa fue reconocido con la ciudadanía honorifica de la república, pero el terror jacobino lo encarcela. (1794). Entonces se produce el desencanto de sus ideas radicales y escribe su célebre obra El evangelio en triunfo (1797) donde se rectifica y propone una reconciliación entre la razón y la fe y obteniendo una amnistía del rey de España.
En Olavide vemos como se dio la forma más extrema e irreligiosa de la ilustración: “el enciclopedismo”. Tras su regreso como “filosofo desengañado” acepta una forma más suave y piadosa de ilustración la que algunos estudiosos han dado en definir como una “Ilustración cristiana”. El historiador Mario Góngora (1915-1985) nos ha explicado que este tipo ecléctico de Ilustración se originó gracias a importantes intelectuales de la España borbónica como el benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) o Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) quienes buscaban conciliar las nuevas ideas venidas de Versalles con la religiosidad española.
Ahora bien, la “Ilustración cristiana” fue muy permeable a tres influencias heterodoxas que influenciaron a muchos miembros del clero hispanoamericano posterior a la expulsión de los jesuitas en 1767. Nos referimos al Galicanismo, el Janseanismo y el Regalismo las cuales no se enseñaban en las universidades y seminarios de manera abierta sino encubiertas, es decir, confundiendo las ideas jansenistas como si fueran escolásticas, con lo que produjeron una confusión doctrinal.
En el Perú la ilustración cristiana fue difundida por los catedráticos de la Universidad de San Marcos, en especial en el Colegio de San Carlos bajo la dirección de Toribio Rodríguez de Mendoza (1750-1825), en las sesiones de la Sociedad Amantes del País presidida por José Baquíjano y Carrillo (1751-1817) o entre los redactores de El Mercurio Peruano dirigido por Hipólito Unanue (1755-1833). Probablemente el sabio Unanue, celebre colaborador del virrey Fernando de Abascal (1806-1816) fue más importante exponente de la ilustración cristiana peruana en su dimensión científica y literaria como se puede apreciar en la notable biografía de su bisnieto Luis Alayza y Paz Soldán, titulada: Hipólito Unanue. Geógrafo, Médico y Estadista (1954).
En la América española, reprimida la escolástica tomista y reducido el “enciclopedismo” a una minoría que aprobaba los desmanes de la revolución francesa, la ilustración cristiana se hizo la corriente hegemónica hasta principios del siglo XIX.
Por Fernán Altuve
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.