Hispanidad

Es un hecho único e irrepetible lo sucedido el 12 de octubre de 1492. Un fenómeno en la historia de la humanidad que deja como herencia universal el sincretismo de las culturas indígenas y la cultura del viejo mundo, de occidente. Aquí juega un papel importante la lengua, la lengua que hoy hablan más de seiscientos millones de hispanoparlantes y que se ha enriquecido desde todos los rincones donde echó raíces.
Es difícil escribir estas líneas sobre la Hispanidad y es mucho más difícil justo cuando me encuentro en Madrid camino a Salamanca para participar en un Encuentro Iberoamericano de Escritores. Muchos cuestionarán mi punto de vista, pero lo que es concreto y real es que la Hispanidad está más viva que nunca y eso lo sabemos en cada rincón donde tenemos un punto en común los de Europa y los de América Latina. Hombres y mujeres que conquistaron nuestro territorio nos dejaron como legado el idioma y la religión católica. Nos une mucho más que el idioma, nos une la herencia de una historia que merece ser valorada en su verdadera dimensión. Somos pues, nos guste o no, una unidad inseparable donde ellos y nosotros tenemos, ahora, un vínculo común que debe ser el que nos permita seguir avanzando como una gran civilización.

Para todos los hispanohablantes esta es una fecha para reflexionar sobre lo que se hace en nuestros pueblos, pero, sobre todo, para evaluar cuánto hemos avanzado y cuánto nos hemos entendido entre conquistadores y conquistados. La civilización de América Latina permitió unirse a una civilización europea cuyas obras mayores, más allá de todos los sucesos que jamás avalaremos, de los cuales no podemos hacer escarnio a estas alturas y después de años tenemos que entenderla como un salto cualitativo de ambas culturas en una conjunción llamada sincretismo que permitió obras mayores como aporte histórico para la humanidad. Cómo no entender y ubicarnos en ciudades como Lima o México, donde nuestros antepasados construyeron, por ejemplo, la catedral de Lima o la de México.
Es difícil entender a quienes discrepan y a quienes han elevado las discrepancias histórico-sociales a niveles primitivos. Ellos también están en la propia España: son un grupo de españoles, retrógrados y ultras en pensamiento y acción, que, con seguridad y sin saberlo, tienen seguidores con las mismas prácticas en el Perú. No se trata de agachar la cabeza y aceptar las cosas porque sucedieron así, sino de sacar lo mejor del sincretismo único e irrepetible.
¡Chaynam chay!

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