“Historia de un brazo” de Ricardo Sumalavia

“Historia de un brazo” (Seix Barral, 2019) de Ricardo Sumalavia es una novela rara, asegura Luis Hernán Castañeda. Y lo es no solo por la historia, sino por esa forma de estructurar la narración que Sumalavia viene ensayando desde “Que la tierra te sea leve” (2008). Diestro escritor de cuento y gran conocedor de literatura oriental, en “Historia de un brazo” ejerce el poder de la brevedad, con la capacidad de herir con una línea y de contar una historia plena con solo una página. No son fragmentos unidos por un hilo sutil, son capítulos necesarios para la comprensión de la novela, pero que se podrían leer con independencia. La historia, por otro lado, se basa en el inusual caso de un hombre con tres brazos. El tercero es como el de un bebé, oculto bajo la camisa suele ser motivo de broma e inquietud entre sus familiares. Sin embargo, el narrador (hijo del hombre de tres brazos), se aleja de este punto anecdótico para descubrir rasgos de su padre que lo sorprenden. Tiene la necesidad de contarle a su hijo siniestros eventos de su pasado, a pesar de que la edad confunde su memoria, lo que produce un escepticismo inicial en el narrador hasta que, tras la muerte del hombre de tres brazos, recibe un correo electrónico que no lo dejará en paz ni un momento y estará muy abrumado. Si bien, esos son los hechos, pienso que las sombrías anécdotas que cuenta el padre se explican con esa extremidad anómala: el tercer brazo es el delincuente, el que desata la lujuria y el asco y, del mismo modo, lo que se esconde y avergüenza; en realidad representa eso terrible que todos luchamos por mantener oculto y controlado; lo que nos impulsa a realizar lo que está mal y que requerimos confesar para obtener la paz. Así, “Historia de un brazo” es una novela de meditada estructura, que goza de un cuidado ritmo, pero también es un relato sobre la perversidad que todos llevamos en el pecho.