Historia del mar
La literatura sobre el mar es vasta e inaprensible. Dicho esto, urdir una novela exclusivamente sobre este asunto es —qué duda cabe— una empresa descabellada y peligrosa. Pese a esta advertencia, Alejandro Estrada Mesinas (Lima, 1943) asume el reto y perpetra una narración de esta índole en su más reciente libro, Tiempos de mar (Lluvia Editores, 2021).
La novela de Estrada exhibe su carácter ambicioso desde la extensión misma del texto: más de 400 páginas. Si bien al inicio cuesta adentrarse en la novela, poco a poco nos vamos familiarizando con el lenguaje y advertimos los principales sucesos que se van delineando. El mar, de esta manera, sirve como telón de fondo para contar, por un lado, el inicio, apogeo y caída de una estirpe, y, por el otro, la vida de Avelino. Ambos relatos avanzan en paralelo hasta que, de forma inevitable, terminan mezclándose.
La historia de la familia (liderada por el «abuelo») es quizá la que tiene una mayor relevancia contextual porque nos sitúa en determinadas fechas o periodos de la historia del Perú (el punto de partida son los años previos a la guerra contra Chile). La biografía de Avelino, en cambio, sorprende por su carácter evolutivo. Aquí Estrada se ha tomado el trabajo de diseñar un verdadero arco narrativo para un personaje, en apariencia, insignificante dentro de la novela (solo en apariencia, repito).
Una vez situada la familia del abuelo en La Punta (escenario del relato), el tema del mar adquiere fuerza como metáfora de la muerte (o la vida). Es así que el narrador desarrolla reflexiones en torno al tiempo y nos indica cada tanto la fecha de caducidad de cada personaje o, de plano, nos adelanta su final (de hecho, la novela inicia con la muerte del patriarca).
Quizá el mayor defecto de la novela sea, paradójicamente, su extensión. Da la sensación de que el desarrollo de los personajes pudo verse favorecido con otras 400 páginas más. Asimismo, las meditaciones sobre el tiempo, el mar y la muerte, que cada tanto se insertan en el texto, resultan redundantes en algunos pasajes.
El resultado es una novela atendible cuyos errores pueden perdonarse por la ambición con la que ha sido trazada. Como anécdota final, cabe añadir que Blanca Varela alentó en 2003 una primera versión de Tiempos de mar. En la presente edición se incluye una carta que la poeta le hizo llegar al autor.
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