Historias de amor y otras que contar…

A lo largo de la historia se ha hablado mucho sobre el amor. En las diversas manifestaciones de la humanidad siempre se ha tratado de plasmar, con la mayor sensibilidad posible, la idea de lo que es el amor. Sin embargo, creo que todavía es poco lo que hasta hoy se ha hecho. El amor es y seguirá siendo ese misterio que nos guiña el ojo en el momento menos esperado y que activa de inmediato al corazón, aunque este ya no palpite, vaya extinguiéndose peligrosamente o vaya cediendo su lugar a las piedras regadas en los caminos. Toda obra o acto que trate de explicar las emociones que genera el amor, es un aporte de valía inconmensurable porque es el resultado de aglutinar en una obra tangible horas de imaginación y arduo trabajo.
Geovanna Llerena, Patty Benavides, Flor Chaparro, Victoria Pedraza, Haydeé Hidalgo, Gabriela Barros, Nella Velarde, Carmen Cendra, Silvia Cánepa, Pollyanna Olcese, Dharma Rivera, María Lucila Yábar, Renée Ferrer y Katia Landauro quien es la coordinadora, han sumado esfuerzos, han pincelado el sentimiento de la sinergia para presentarnos una exposición colectiva de pintura. Tengo fundadas sospechas de que ellas pusieron corazón y alma desde la concepción de sus obras hasta verlas plasmadas para el deleite de todos quienes soñamos de colores a la vida.
Ellas, a través de sus obras, con absoluta seguridad, nos harán suspirar en silencio, activarán las frecuencias más ocultas de nuestros sentimientos y moldearán, en complicidad con el mundo desconocido, las llaves para abrir las puertas por donde transiten con pleno brillo las nuevas aristas del amor. Este panorama nos dejó con absoluta claridad el genio Leonardo da Vinci cuando afirmó que “Solo la belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”. Es pues una gran oportunidad para sentirnos humanos, aunque sea por un momento en medio de este agobiante campo de batalla donde arremete el salvajismo que busca borrar todo espacio para los sentimientos y la imaginación. Ahí siempre estará el amor sobre el que siempre habrá otras cosas que contar, ahí estará armado con sus diversas formas deformes, pero siempre expresivas, listo para ofrendar el sentimiento más noble plasmado en una obra de arte.
Esta es pues una albricia para sincronizar las manecillas de nuestros corazones y abrirlos de par en par para armonizarlos con la energía de las mañanas portadoras de buenas nuevas.

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