Homenaje a monseñor Cipriani
Monseñor Juan Luis Cipriani es el Arzobispo de Lima y Cardenal del Perú contemporáneo con mayor relevancia en la vida cristiana de nuestra nación. Hombre dotado de aguda inteligencia y enorme coraje; sacerdote con pergaminos teológicos irrebatibles; y pastor con cualidades natas indiscutiblemente sólidas fundadas en la tradición misma de la población peruana. Cipriani ha ejercido cargos de trascendencia en nuestro país desde que, en 1988, el papa Juan Pablo II –también el jefe de la Iglesia Católica de mayor relevancia que haya producido el Vaticano en los últimos tiempos– lo nombrase obispo auxiliar de Ayacucho y luego, tras la el retiro por edad del obispo titular, asumiera en 1991 ese complicado encargo papal. Recordemos que Ayacucho fue cuna del senderismo. No obstante Cipriani aceptó ese duro reto con la valentía y confianza de quien sabe tener la razón, el coraje para no hesitar ante situaciones peligrosas y la sabiduría indispensable para guiar a tanta gente esperanzada en acabar con aquel feroz baño de sangre que desatara el genocida abimael guzmán reinoso. Posteriormente, el año 1999 el papa Juan Pablo II nombra a Cipriani Arzobispo de Lima y finalmente en 2001 anuncia su elección como Cardenal del Perú, cargos que ejerciera con extrema brillantez y entereza. Esto último pese a una intoxicante campaña de demolición de la cual fue víctima –durante dos décadas seguidas– por parte de los progre-marxistas. Hasta que llegó el papa argentino Francisco y los Jesuitas coparon el Vaticano. A partir de entonces, Roma tornó en rojo lo blanco. Simultáneamente los progre-marxistas convirtirían en santo al papa sudamericano y a sus representantes en nuestro país: el flamante Cardenal Pedro Barreto y el Arzobispo de Lima Carlos Castilla. Aunque cabe precisar, Juan Luis Cipriani continúa desempeñando el cargo de Cardenal.
Precisamente, aprovechando los cambios ejecutados por Francisco I la infeliz gauche peruana viene moviendo sus fichas para borrar del mapa al Cardenal Cipriani y encumbrar a sus ahora símbolos de la iglesia progresista, impuestos por la era Jesuita. Una de las consecuencias de este “faenón” ha sido remover a Cipriani del programa “Diálogos de Fe” que, desde hacía siete años, transmitía RPP. Es sabido que esta plataforma radial y televisiva ha sufrido un cambio desde que el Parlamento sancionara la ley que dejó en suspenso la corrompedora publicidad estatal. Aunque luego el régimen Vizcarra la restituyera como instrumento de compra de línea informativa de los medios de comunicación –como RPP– familiarizados a sobrevivir del subsidio estatal. Idéntico a aquello que propiciaba Montesinos con los periódicos, canales de televisión y estaciones de radio durante el fujimorato. Pero esta vez disfrazado de “contratos formales de avisaje” del Estado, cuyo presupuesto publicitario superará este año 1,000 millones de soles. Medios cuyos propietarios han transferido su dirección periodística al hampa progre marxista que ahora domina toda capacidad de gobierno en este país: los poderes Ejecutivo y Judicial, la Fiscalía, la llamada “gran” prensa, etc.
Y uno de los principales objetivos de esa mafia progre-caviar era conseguir que RPP levantase del aire la presentación semanal de Cipriani.