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Homenaje a un hombre que quería al Perú

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Fecha Publicación: 15/02/2022 - 22:40
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Por Edistio Cámere

El 5 de febrero de 2020 se apagó una de las últimas luces de la peruanidad: el doctor José Agustín de la Puente Candamo. Su apuesta por la vigencia del Perú mestizo: andino y español, trasunta su lucidez intelectual; con el corazón, el cariño a su patria era como el bajo, en sus actuaciones cotidianas; y sus convicciones firmes pero tornasoladas con la amabilidad, la cordialidad y el sano optimismo, tenían la fuerza de entusiasmar e ilusionar con el proyecto Perú a sus alumnos e interlocutores.

A dos años de su muerte, las ideas del doctor De la Puente con respecto a nuestra identidad peruana cobran –en la coyuntura política actual– realce y definen el camino por el cual debemos circular. No obstante, el trecho a recorrer es aún largo y no exento de obstáculos, pero anima que el trazo esté delineado. Para el insigne historiador, la Identidad nacional es el conjunto de ideas, formas de vida que unen a los peruanos y hacen que el Perú sea el Perú. La confluencia de lo español, lo andino y de la raza negra en el virreinato no se puede desconocer so riesgo de quebrar nuestra identidad. Sin duda, no fue una convivencia fácil y ha dejado heridas sin cicatrizar que pueden hacer más onerosa la integración en algunos lugares del país. Sin embargo, más que acentuar las dificultades pasadas, importa comprenderlas y mirar al futuro.

Lo peruano es lo inca y lo español. Decir que lo inca no pertenece al país es una equivocación, pero asegurar que únicamente estas personas son el Perú es un error inmenso. El país no existe sin los incas, pero tampoco solo con ellos. Lo mismo sucede con España, no somos españoles, pero tampoco somos sin lo español. El núcleo de la identidad es la unión, la peruanidad, el mestizaje entre lo español, lo inca y lo negro. A partir de la década de los 70, los pensadores marxistas excoriaron el concepto de mestizaje – síntesis viviente, diría Víctor Andrés Belaunde - introduciendo la teoría de la dominación e independencia, de la dialéctica, de la contradicción; narrativa que aún domina la cultura peruana e impide caminar hacia la peruanidad.

Por último, la enseñanza de nuestra historia ha sufrido recortes e interpretaciones sesgadas y alineadas a ideologías y prejuicios neomarxistas. El año 1998, Rosa A. Fierro preguntó al doctor De la Puente sobre el particular: ¿Es la historia solamente la memoria de un pueblo o su rol va más allá? Él respondió: “es la memoria de un pueblo, pero no solo eso. Es la comprensión de su pasado, son sus raíces y el estudio de sus raíces; es la formación de un estilo de vida, la creación de una actitud frente al futuro. La historia es para un pueblo como los cimientos para una casa. La historia, al ser la raíz, nos otorga firmeza en la vida cotidiana, solidez, estabilidad en la conducta”.

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