Horror en Moscú
Imágenes indescriptibles y aterradoras las que vimos por las redes sociales sobre la masacre de la víspera y ad portas del inicio de un concierto en un teatro en las afueras de Moscú en que, al cierre de esta columna, se contó en más de 40 los muertos y más de un centenar los heridos. A pesar que el Estado Islámico ha asumido la autoría del atentado terrorista, desde Ucrania y occidente no se detienen las hipótesis o especulaciones que, en resumen, imputan la responsabilidad al propio gobierno de Vladimir Putin. Quienes escribimos jamás debemos perder la compostura para tener una posición cabal y objetiva y más aún, si acaso tenemos una opinión y criterio formado distante respecto de Putin como es mi caso, pues creo firmemente que decidió una invasión de Ucrania sin casus belli, es decir, sin razones para iniciar una guerra contra Kiev, por más que la amenaza para Moscú expresada en el eventual ingreso de Ucrania en la OTAN, haya existido. Lo acontecido realmente debe ser examinado con lupa. Si vamos a colgarnos de las opiniones de las redes francamente sería irresponsable y eso es exactamente lo que nunca debemos hacer los que efectuamos con cotidianidad, análisis de la realidad internacional. Asumo, por tanto, la noticia en desarrollo, y convendrá contar con elementos de reflexión más fehacientes para emitir un parecer lo más cercano a la verdad como corresponde; sin embargo, sin aun contarlos, no puedo eximirme de decir algunas ideas que surgen como consecuencia de mi perspectiva del problema al que sigo y que ha superpuesto la tragedia acontecida.
Está claro que el atentado busca opacar la victoria electoral de Putin en las recientes elecciones en que ha conseguido un quinto mandato al frente de Rusia, y en ese marco, la idea es desestabilizarlo. En segundo lugar, este escenario violento promovido de manera exógena –hasta que no encontremos otras piezas para el análisis así tenemos que verlo–, acrecienta en la población el hartazgo sobre Putin, que sería el verdadero temperamento social en Rusia, distante del que se ha querido creer por el triunfo del pasado fin de semana, creyendo que los rusos están en su inmensa mayoría de acuerdo con Putin y que salieron de sus casas para darle el espaldarazo político electoral que, eso sí, francamente no creo. Lo único que podría llevar a un desarrollo para creer que todo ha sido macabramente orquestado por el Kremlin, fue la advertencia de Washington de la semana anterior, deslizando la posibilidad de un atentado terrorista que Putin minimizó rápidamente hasta dejando entrever que se trataba de una información estadounidense desestabilizadora a poco de las referidas elecciones. El factor Estado Islámico operando en esa magnitud siniestra en Moscú debe llamar la atención a la seguridad en diversas partes del mundo para comprender que el terrorismo hacer rato que no tiene fronteras.
¡Cuidado con eso!
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