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Humillando a la patria

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Fecha Publicación: 15/12/2021 - 23:00
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Respaldarse en poderes políticos extranjeros no son usos ni costumbres de patriotas. Peor todavía, si se trata de jefes de Estado que se escudan tras figurones foráneos, pidiéndoles –implorándoles- que apliquen presión internacional contra su nación, para evitar que la Constitución asegure el imperio de la democracia y el ejercicio del Estado de Derecho. Es el caso, cuándo no, de Pedro Castillo, ese improvisado presidente peruano que, de bandazo en bandazo, viene destruyendo el país. Lo más probable es que esto responda, además, a una flagrante injerencia extranjera decidida a incorporar al Perú a la órbita comunista. Concretamente hablamos de Cuba y del Foro de Sao Paulo, bastiones de lo que resta del comunismo salvaje que ha producido la muerte –asesinato- de más de cien millones de no comunistas en el planeta, además de los crímenes perpetrados en la isla caribeña por el asesino Fidel Castro, en nombre de una revolución que, tras seis décadas, ha empobrecido a niveles biafranos a todos los cubanos. Por cierto, fuera además del fallecimiento/asesinato de decenas de miles de venezolanos muertos por hambre, abandono y torturas perpetradas por los miserables Hugo Chávez y Nicolás Maduro, sucedáneos de la saga criminal de los Castro Ruz.

Castillo Terrones, abrumado por una catarata de actos de corrupción que anegan a su gobierno, y por los innumerables quebrantos a la Constitución y las leyes que siguen cometiendo él y su gobierno –infracciones que continúan acumulándose como prueba de su incapacidad moral, para presentarse en una siguiente moción de vacancia- no ha tenido mejor idea que rogarle ayuda personal a México, para que su gobierno filocomunista presione a la oposición peruana –partidos y medios de comunicación- a fin de que dejen de investigar e informar sobre las tropelías y/o delitos que casi a diario cometen el presidente Castillo y sus ministros. El presidente mexicano López Obrador “expresó su apoyo a su homólogo de Perú, Pedro Castillo, por el intento de vacancia presidencial impulsado por el Congreso”, tras el pedido de auxilio que le hizo este “por la difícil situación que atraviesa”. Para ello, ordenó enviar a nuestra patria al secretario (ministro) de Hacienda y a funcionarios de la Secretaría (ministerio) de Relaciones Exteriores y Secretaría (ministerio) de Bienestar, “para apoyar en lo que podemos”. De esta forma se configura la flagrante, absolutamente intolerable interferencia extranjera en menesteres de nuestra nación. Sin duda, de haber ocurrido lo contrario México habría protestado; incluso roto relaciones con Perú. Sin embargo el Congreso peruano calla tristemente, demostrando no sólo falta de casta sino un lamentable sometimiento.

Lo que los peruanos hemos atestiguado en los 150 días de gobierno de Pedro Castillo Terrones es una repugnante ignominia. Un asalto a nuestra tradición democrática como jamás se ha visto; un desprecio por la dignidad nacional, propio solamente de traidores y traficantes de intereses; y una puñalada por la espalda a la memoria de los patriotas que lucharon por elevar al Perú a los estratos de decencia, honorablidad y grandeza que merece nuestra patria, hoy secuestrada por el comunismo.

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