Imperio de la ley o de la turba
No hay día durante el cual no tengamos un nuevo escándalo de corrupción a nivel de gobierno cuya escalada va alcanzando peligrosamente a la cúspide amenazando la estabilidad y credibilidad del presidente de la República, sin que tengamos a la vista a una Fiscalía que demuestre estar a la altura de las circunstancias para perseguir el delito y defender el Estado de Derecho dentro del principio de igualdad ante la ley y no ofrecer una imagen de sometimiento institucionalizado al poder de turno dinamizando investigaciones contra unos y haciéndose de la vista gorda o entrando en inacción punible respecto de otros.
Ya se está haciendo costumbre que, ante las intervenciones erráticas de los fiscales, funcionarios públicos metidos hasta el cuello en actos con serias evidencias delictivas, entorpezcan todas las diligencias ganando tiempo para borrar huellas de la suciedad moral que se está enquistando en todo nivel y luego “ponerse a derecho” entregando información ya saneada y hasta dispositivos de comunicación nuevos y limpios.
El Presidente, luego del tremendo lío producido en las oficinas del palacio de gobierno, no tuvo mejor idea de hacer un alarde público de poder sobre la fiscal de la Nación, caminando desde palacio hasta la fiscalía descubriendo que no tiene apoyo popular, pero sí una guardia pretoriana cada día más numerosa y agresiva, ingresó a las instalaciones fiscales y sostuvo una reunión con la señora fiscal únicamente para la foto, aunque hay trascendidos de pedidos de cambio de fiscales, entre otros.
Luego llamó a un pequeño grupo de periodistas con los cuales se reunió en su despacho, conociéndose por declaraciones de estos que el Presidente les dijo que no suscribía el contenido del ideario de Perú Libre y que solo se adhirió a esa agrupación para participar en la contienda electoral, logrando, al parecer, que varios representantes de la prensa le crean a pesar de ver que, en la realidad del país, está ocurriendo exactamente lo que está escrito en el famoso ideario.
Al Congreso lo tienen ocupado en censurar ministros fusibles puestos allí a propósito para que, en el juego de intereses más particulares que públicos, los congresistas no miren el avance de la anarquía ni la destrucción de la economía nacional y se centren en discusiones sobre tal o cual ministro, sobre investigaciones que no avanzan, sobre un sistema educativo a la deriva, pero sin ninguna visión de país.
Mientras, la minería ha sido ya golpeada y paralizada. Una turba incendió en Ayacucho un campamento minero con el aplauso de la primera ministra, la turba toma carreteras y paraliza actividades mineras y ahora, nuevamente, otra turba ha incendiado otro campamento minero en Apurímac.
Así las cosas, ahora el Ejecutivo ha comenzado a desprestigiar la agroexportación porque es su próximo objetivo.
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