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Imprevisión e incompetencia…

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Fecha Publicación: 30/04/2025 - 22:40
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Es una verdad elemental aquella relativa a la previsión de todos los factores de riesgo, especialmente respecto de estructuras estratégicas, así como a la instalación de mecanismos de protección para que el riesgo, venga de donde venga, no produzca daño alguno, ni por destrucción de bienes ni por paralización de servicios que generen caos, zozobra y confusión general y menos desprestigio internacional.
Los funcionarios de Corpac así como los de la Dirección General de Aeronáutica Civil tienen la obligación de cumplir con las reglas exigidas por la OACI y demás entidades que controlan la calidad y seguridad del servicio de transporte aéreo a nivel mundial, pero, tal como quedó demostrado con el apagón de junio del 2024, ni siquiera se habían preocupado de dar adecuado mantenimiento ni modernizar los sistemas de control de las luces de la pista de aterrizaje y tampoco dieron solución al eterno problema del control aéreo desde la torre de control.
Ha pasado el tiempo y nada se ha hecho porque, solucionado el cortocircuito, todo sigue igual y solo por la voluntad divina no ha sobrevenido otro apagón que puso en jaque al transporte aéreo nacional e internacional con el grave perjuicio de la imagen país.
Pero la desidia siempre trae más consecuencias negativas y ahora, hace un par de días, casi se produce un colapso general e indefinido, otra vez en el aeropuerto Jorge Chávez, según dicen los comunicados, por fallas en el radar y en los sistemas radiales que impidieron un adecuado control de vuelos desde la torre, dando lugar a cancelaciones, postergaciones y zozobra en los usuarios quienes, como siempre, quedan abandonados a su suerte.
Felizmente este desmadre se solucionó luego de largas dos horas y media, mencionando el primer ministro que todo apuntaría a un sabotaje manual como causa del hecho, aunque lo dice como una probabilidad porque nadie sabe con certeza qué es lo que produjo el hecho.
La pregunta es: ¿no se podía prever una situación así?, y si era previsible, ¿qué medidas de protección y de emergencia se adoptaron? Tal parece que ni hubo prevención ni se adoptaron medidas de protección y de emergencia.
Un puentecito peatonal para unir Miraflores y Barranco sobre la bajada de Armendáriz se ha convertido en un enorme dolor de cabeza para la población limeña. Van casi dos o más años y esa pequeña estructura no termina, pero el cierre de la vía por el tiempo de paralización de tan pequeña obra ha provocado, seguramente, en el tránsito vehicular un costo mayor al de la obrita en ciernes. Clara muestra de incompetencia e imprevisión.
Finalmente, vemos que las represas de Poechos y Limón (siendo esta última la que provee agua para la irrigación de Olmos) casi están secas y sin mantenimiento, lo que va a redundar en la afectación de la producción agropecuaria del norte del país. ¿Acaso era previsible una situación así? Ahora no saben qué hacer.
Es hora de una verdadera revolución técnica e industrial del país.

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