Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.
Independencia: la promesa de una vida mejor
Como parte de nuestra historia podemos mencionar que la Corona española creó una unidad territorial llamada Virreinato de Perú (1542) con capital en la ciudad de Lima -conocida desde entonces como Ciudad de los Reyes-; y comprendía casi toda la conquistada América del Sur.
Posteriormente, a efecto de administrar mejor los territorios, incluyendo los recursos naturales, se creó el Virreinato de Nueva Granada (1717) en el norte del continente y el Virreinato del Río de la Plata (1776) en el sur.
La historia nos recuerda que el argentino don José de San Martín consolidó nuestra independencia (1821), que venía siendo luchada por nuestros ilustres precursores desde décadas atrás. En el año 1824 los representantes de la Corona española reconocieron su derrota y la independencia de Perú.
Es a partir de ese momento que ejercemos soberanía; entendida como la facultad de autodeterminarnos y contar con un poder superior para mantener el orden interno, estableciéndose la máxima norma legal y fundamental que es la Constitución, la cual determinó la forma de gobierno y su organización, el ordenamiento jurídico, sistema electoral, relaciones con el resto del mundo, entre otros asuntos.
Todo ello basado en lo indicado por Jean Bodín en su obra “Los seis libros de la República” (1576) respecto a que soberanía es el poder absoluto y perpetuo de los estados que están constituidos por la nación, un territorio y su gobierno.
Así, nuestra soberanía nacional se materializa en lo que llamamos sufragio universal, mediante el cual elegimos a nuestras autoridades por un plazo determinado. Caso contrario, como pretender recortar arbitrariamente el mandato, es desobedecer el orden y configura acto ilícito sancionable.
En este orden de ideas, el Tribunal Constitucional precisó que la soberanía popular -que da origen al Estado- se proyecta en este no ya como un poder supremo, sino como contenido material del constitucionalismo concretizado en la necesidad de respetar, garantizar y promover los derechos fundamentales, asumiendo asimismo que toda competencia, atribución o facultad de los poderes constituidos emana del pueblo (Sentencia 0030-2005-AI/TC).
Recordemos que Jorge Basadre, en su ensayo “La promesa de la vida peruana”, sostuvo la tesis de que los americanos se lanzaron a la Independencia no en nombre de reivindicaciones menudas -actualmente reavivadas-, sino movidos por la promesa de una vida mejor, guiados por la esperanza de que viviendo libres cumplirían su destino colectivo. ¡Este porvenir promisorio tenemos que encontrarlo juntos como un solo Perú!