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Indigenismo excluyente o unidad en la Hispanidad, usted decide

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Fecha Publicación: 25/03/2023 - 22:20
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Durante la época de los virreinatos, los pueblos indígenas eran consideradas una parte fundamental de la sociedad. A pesar de que algunos de estos pueblos nativos habían sido conquistados, sus costumbres, cultura y formas de vida eran respetadas y protegidas. En el siglo XVI, el derecho indiano reconoció la existencia de los pueblos nativos y les otorgó una serie de derechos y garantías.

Estas comunidades eran consideradas como entidades territoriales y se les otorgaba el derecho a poseer y administrar sus propias tierras, a mantener sus usos y costumbres, y a ser protegidas por el Estado. Además, se les concedió un grado de autonomía en su gobierno y administración, y se estableció un sistema de justicia especializado para resolver los conflictos que surgieran entre ellos. Sin duda, como ocurre hoy, hubo conflictos y luchas por el poder entre facciones que llevaron a que en algunos casos estas leyes fueran violadas o temporalmente ignoradas.

Sin embargo, con la llegada de los procesos de emancipación y la creación de las repúblicas la situación de los pueblos indígenas comenzó a cambiar. En muchos casos los nuevos gobiernos no reconocieron sus derechos y los consideraron como ciudadanos de segunda clase. Las políticas de asimilación fueron numerosas, pero también las hubo de eliminación. Las matanzas duraron en algunos casos, de manera intermitente, casi cien años.

Quiero recordar especialmente los asesinatos de los pueblos nativos en las tierras ganadas por los Estados Unidos de América a México, y por supuesto lo ocurrido en el sur del continente. Estas políticas de eliminación, producidas entre mediados del siglo XIX y principios de siglo XX eran ajenas a nuestra historia, fe e hispanidad. Aunque no lo fueron, cientos de años después, en los procesos ahora sí coloniales de otras naciones. Significó, en estas líneas del horror humano, el genocidio de los aborígenes australianos por el imperio británico, el genocidio armenio por los turcos, el genocidio congoleño por los belgas de Leopoldo II- 1885-1908 por si el lector quiere navegar en esta oscuridad.

Por otro lado, la asimilación de las comunidades indígenas fue especialmente grave en países como México donde los pueblos nativos fueron sometidos a una opresión sistemática. Durante el Porfiriato, por ejemplo, se impulsó una política de asimilación por la fuerza a la cultura dominante. Recientemente, a finales del siglo XX, el movimiento zapatista se desarrolló como una respuesta por la falta de atención a las comunidades indígenas por parte del gobierno mexicano. Acabadas las hostilidades se iniciaron las mesas de negociación que dieron como resultado los acuerdos de San Andrés que consistían en que el gobierno mexicano se comprometió a respetar los usos y costumbres de gobierno y administración de estos pueblos.

Paradójicamente, algunos políticos progres se sorprendieron al descubrir lo que los nativos entendían como usos y costumbres tradicionales. Ya que no eran otra cosa que los mismos usos y costumbres consolidades en los siglos XVI y XVII por la Monarquía Hispánica. Es decir, transcurridos casi doscientos años de la independencia las comunidades de Chiapas reclamaban se les reconocieran y devolvieran los derechos que tuvieron reconocidos durante tres siglos bajo el gobierno de los virreyes. En definitiva, la “modernización” republicana que vivió la América Hispana se caracterizó por la violación de los derechos humanos de estas gentes, incluyendo la expropiación de sus tierras y la supresión de sus tradiciones y costumbres.

Es cierto que, en algunas de las nuevas repúblicas, mención especial merecería Perú probablemente por la especial lealtad al Rey de las comunidades indígenas, se promulgaron leyes que supuestamente protegían los derechos de estas comunidades, pero también que mayoritariamente no se aplicaron o simplemente no se cumplían. Las repúblicas y sus diversos textos constituyentes bebían del espíritu francés y del racismo inglés.

Estos nuevos ciudadanos –“libres e ilustrados”- con sus políticas favorecieron a sus elites urbanas y marginaron, incluso eliminaron como hemos señalado, a los pueblos nativos en pro del “progreso”. No debe asombrar, por lo tanto, que en la actualidad muchas de estas comunidades sigan mostrando sus títulos reales en sus reclamaciones oficiales como muestra de propiedad y de derechos ante los organismos republicanos pertinentes.

Hoy los errores del pasado son un ingrediente básico en los mensajes de la extrema izquierda que golpean toda la región. Eso sí cambiando el relato, mintiendo a su antojo e interés, culpando a quien sea menester. En la actualidad muchas de estas comunidades indígenas están dirigidas por los narco-comunistas de la “brisa bolivariana”.

Es por ello perentorio combatir su mensaje de odio excluyente con generosidad y verdad, con la libertad que busca la verdad. La Hispanidad está ahí esperando ser reclamada, esperando a que las repúblicas se eleven y la abracen sin miedo. Es en esa unidad que nos da nuestra lengua común, nuestras costumbres y, por supuesto, nuestra Fe cristiana donde ganaremos, una y otra vez a la mentira, al odio y a todos aquellos empeñados en que no recuperemos, unidos, nuestro lugar y manera de ser en el mundo. // Por: Víctor González y Coello de Portugal.

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