Inestabilidad política: pan de cada día
Qué poco le duró la presunta estabilidad política a Dina Boluarte. Su discurso para la tribuna internacional era absolutamente deleznable y el tiempo, rápidamente, se ha encargado de desmentirla. La tierra movediza en el Perú es una constante y más vale que se cuide, porque los empoderados progres podrían ir tras ella también.
Estaba cantado de que no se iban a quedar de brazos cruzados ante la suspensión de Vela Barba. Darían el vuelto y con creces, pues ya estaban sensibles desde la salida de Zoraida Ávalos y los cuestionamientos a la tambaleante JNJ. Definitivamente el ego de Patricia Benavides y ciertos excusables lunares en su trayectoria, generaron un escenario de debilidad favorable para ellos. La toma por asalto de la Fiscalía el lunes pasado es un evidente acto de venganza y posterior reacomodo. Habían perdido a varios importantes alfiles, necesitaban recuperar su otrora poder omnímodo y que se siga impartiendo justicia selectiva en el Perú.
“Quien tiene la información, tiene el poder” (Thomas Hobbes - El Leviatán) Los progres manejan demasiada información pero que se devalúa si carecen de operadores para utilizarla en el tiempo preciso. Pretenden armar el rompecabezas a su medida y apoderarse nuevamente del Estado de derecho y la libertad ciudadana en el Perú. ¿Alguno de los defensores de la institucionalidad que se rasgaron las vestiduras en CADE han protestado? Ninguno, son puro bla, bla, bla, a pesar de que este golpe le juega en contra a la inversión.
La prensa peruana, salvo honrosas excepciones, es una vergüenza; se han convertido en azuzadores profesionales. Exactamente los mismos medios que incentivaron las revueltas contra Merino ese noviembre negro del 2020, han alineado su libreto –ya sea fruto del temor o del diner– para cobijar una nueva arremetida contra nuestra democracia. Es vergonzoso, una vez más apadrinan a esta casta presupuestívora que tanto daño le hace al país.
Me queda clarísimo que a cuentagotas no mejorará la economía. Los miles de bonos y de planes como “Con Punche Perú”, “Impulso Perú” son solo paliativos para capear el temporal de un crecimiento negativo y pobrísima productividad. Es indispensable tomar medidas mas drásticas como congelar la oferta de empleo público, imponer medidas de austeridad y reducir el gasto corriente. La fusión de algunos ministerios –un clamor desde hace años–y la eliminación de las prefecturas y subprefecturas sería un importante paso, pero ¿quién le pone el cascabel al gato?
Los cargos de prefectos y subprefectos son obsoletos, fueron creados al inicio de la República y no aportan absolutamente nada, solo consumen y están al servicio del poder de turno. El único que parece sacarles provecho es el hermanísimo Nicanor Boluarte. Son sus operadores políticos, absolutamente alineados para sacar adelante su movimiento político “Ciudadanos por el Perú”. Son cargos para pagar favores –es la bolsa de trabajo del gobierno– y tener ojos y oídos en todo el país. Castillo nombró a cerca de 1,500, de los cuales la mitad eran afiliados a Perú Libre y 20 de ellos militantes de Movadef, brazo político de Sendero Luminoso, que luego fueron parcialmente reemplazados por Boluarte, por gente de su absoluta confianza.
En el 2022 se presentó un P/L para eliminar las prefecturas y subprefecturas sobre la base de que hay una duplicidad de funciones: orden interno, orden público, gobernabilidad y paz social, con las que cumplen las autoridades locales, la PNP, la Defensoría del Pueblo y el VM de Gobernanza Territorial. Hacen un trabajo paralelo que genera confusión de competencias y absoluta ineficacia.
Además, no solo conllevaría un ahorro de S/ 100 M, sino que como bien dice señala el exministro del Interior Rubén Vargas, toda la infraestructura podría ser utilizada para potenciar o crear nuevas comisarías a nivel nacional. ¿Se atreverán o nuevamente les temblará la mano?
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