Infame Castillo y su mochila cargada de odio

Este gobierno ha instalado en la sociedad peruana una atmósfera de odio sin precedentes. Castillo es un ayatola sin turbante. Era obvio que está lleno de rencor, pero recién ha aflorado con furia estas últimas semanas, cuando se ha visto acorralado por la cercanía de la verdad. La sombra de las confesiones de sus otrora amigos Villaverde y Pacheco lo persiguen. Su discurso es consistente en dividir al país sobre la base de una posición maniquea, dicotómica: o estás conmigo o en contra mío. No hay más opción. Ha resucitado el tema de la Constituyente y ha enfilado todas sus balas contra el golpeado Congreso (81% de desaprobación). La amenaza y la intimidación le podrían estar funcionando. En este ambiente tóxico que él mismo ha generado, su nivel de aprobación ha subido 5% y el de desaprobación bajado en igual proporción. Las denuncias por corrupción no le han hecho ni rasguños. Esperamos con ansias pruebas fehacientes de sus delitos para que sus más leales seguidores le den la espalda, pero nada los indigna. La empatía e identificación de ese bastión electoral –en todo el sentido de la palabra– es su mayor activo y pareciera inquebrantable.

Por otro lado, aquellos que hoy prefieren mirar a otro lado o minimizar el hostigamiento se lamentarán de no haber participado y luchado contra esta dinámica letal a tiempo. Pronto será muy tarde para arrepentirse del conformismo y la pasividad. Como bien decía el filósofo John Dewey: “el gran problema de la democracia es pensar que los problemas se resuelven por sí solos”. Nada en el Perú se soluciona por sí solo, nada.

Castillo no va a renunciar, hay que sacarlo. Por ello, como bien dice la periodista Diana Seminario: ”¡Basta de decir que no tienen los 87 votos para la vacancia! No exhiban su debilidad” (…) redacten al menos una tercera moción de vacancia y ocúpense de Boluarte, ¡hagan algo!”. Son absolutamente ineptos, el proyecto de adelanto de elecciones está pendiente de debate en la Comisión de Constitución desde abril. Aisladamente, muchos se han pronunciado a favor, pero en el fondo ninguno se quiere ir hasta el 2026. Pero, no se descuiden mucho que Castillo podría tener otros planes.

Hay tres motores de la economía muy golpeados: La agroindustria que solo ha crecido 1.9% frente al 10% de periodos anteriores. La eliminación de la Ley de Promoción Agraria ha sido un factor determinante, sumado al alza del costo de los fletes y a un menor precio en el mercado internacional. Desafortunadamente, 200 empresas agroexportadoras en la región Ica han detenido sus inversiones y eventualmente buscan nuevas oportunidades fuera del país.

Se tenía previsto que un mínimo de siete proyectos mineros iniciarían su construcción este año, hasta la fecha no dan señales de ello, ya sea por la conflictividad social como por desconfianza. Castillo no ha dicho una sola palabra sobre los recientes atentados contra las torres que conducen energía eléctrica a los campamentos de Cuajone y Toquepala. Apoyar a la empresa privada no está en su agenda. Además, la minería metálica no ha tenido un buen semestre, solo en mayo descendió 10.07% por un menor volumen de minerales tratados en las plantas concentradoras, y de más baja ley.

Dicen que el PL para reducir de 18% a 8% el IGV de hoteles y restaurantes fue el hito determinante para la renuncia de un cansado Óscar Graham. Lo lamento, pero me queda clarísimo que hay que apoyar el turismo, empezando por ajustar a los engreídos de LAP que no tienen cuando darnos un aeropuerto internacional de calidad.

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