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Inflación, antesala de peores males
La inflación es un fenómeno económico que, por lo general, no tiene fronteras. Tanto geográficas, porque no se limita a un solo país, como tampoco en el ámbito interno. Afecta, de un modo u otro, a todos. Pero indudablemente resultan más perjudicados los que menos recursos tienen.
La inflación se expresa por el alza de precios y, por lo tanto, el poder adquisitivo de la moneda. Y se incrementa cuando, para combatir los aumentos de precios, se suben los salarios. Por lo que se opta por poner una mayor cantidad de dinero circulante en el mercado. Así la inflación, especialmente en los países industrializados, puede ser la antesala de la recesión, o de la contracción general de la economía.
El mundo ya ha vivido este drama que amenaza la existencia de muchas empresas, de la vida de personas, y, por ende, en un escenario de crisis, la estabilidad de los gobiernos. Luego de la Primera Guerra Mundial, vino una pandemia que trajo aún más muertos que el conflicto armado. Poco después, por una paz mal pactada que no permitió un desarrollo equilibrado de varias economías, se produjo una crisis económica con la caída de la Bolsa en Nueva York, en 1929. Los países europeos fueron gravemente afectados, de lo que surgió la tendencia de elegir dictaduras. Estas provocaron la II Guerra Mundial.
En el Perú podemos recordar la más reciente inflación a mitad de los ochenta. Fue muy popular echarle la culpa a Alan García, cerrando los ojos sobre el hecho de que esta distorsión monetaria afectaba a casi toda la región de Latinoamérica.
Hoy enfrentamos una inflación que viene mayormente por la subida del precio de la energía en el mundo, derivada de conflictos que no han podido ser previstos ni solucionados por los responsables políticos. La energía es necesaria para la transformación de productos, así como para el transporte. En otras regiones para combatir el frío. El Perú es un país rico en recursos, que otras naciones no tienen. No solo los mineros o la pesca, sino los que, en otros ambicionan, como la diversidad biológica y la abundancia de agua. Debemos poner mayor atención a cuidar el ambiente y la naturaleza.
El Banco Central de Reserva deberá, bajo el experto liderazgo de su presidente Velarde, y con más de mil empleados, velar de que las consecuencias negativas de la crisis económica mundial para nuestro país sean menores. En esta misma columna propongo, desde hace un año, que debemos establecer en nuestro país un Centro de Estudios sobre Riesgos Existenciales.