Insistamos en la prevención
Estos últimos días se han reproducido algunos movimientos sísmicos de diversa intensidad en diferentes lugares del país. Lo ocurrido especialmente en la zona de Lagunas, en la selva del país, que fue un sismo de gran magnitud, con visos de terremoto, a una profundidad de 135 kilómetros y un sacudimiento en un radio del orden de mil kilómetros, ha vuelto a poner en agenda la necesidad de volver la mirada hacia las políticas de estado para fortalecer las medias de previsión y manejo ciudadano ante situaciones similares a futuro. Y tal como señalan los expertos, se trata de un futuro que puede estar incubándose para manifestarse en cualquier momento, de modo que estemos alertados.
Según informes técnicos de Instituto Geofísico del Perú, cuando ocurren estos sismos de gran magnitud “los sensores cercanos al epicentro saturan sus registros debido a la gran cantidad de energía liberada y a los complejos procesos de ruptura generados. Por este motivo, es difícil realizar estimaciones rápidas de las magnitudes, situación que no ocurre con la identificación de los epicentros y la profundidad de sus focos”. Aun así, se nos dijo que las mayores intensidades de sacudimiento se produjeron en las áreas urbanas de Yurimaguas, Lagunas, Tarapoto e Iquitos.
Debido a la zona donde se registró el epicentro los daños materiales ocurridos no fueron mayores, como pudo haber ocurrido de producirse en zonas de conglomeración urbana como Lima, por ejemplo. Según estudios del IGP existe una gran acumulación de energía en la zona central del país, frente a Lima y en el sur, por la frontera con Chile. Esta situación nos tiene que poner en guardia a todos los peruanos, empezando por las entidades responsables del Estado para impulsar políticas de previsión y control de riesgos, clamor que no es nuevo, sino reiterado desde hace mucho tiempo.
¿Estamos los peruanos debidamente preparados para afrontar riesgos naturales de esta magnitud? Coinciden los expertos sobre la materia que los ciudadanos de a pie no hemos tomado conciencia sobre el particular ni estamos lo suficientemente preparados para afrontar situaciones de riesgo y emergencia. Los esfuerzos que a este respecto realizan, esporádicamente, los organismos del estado, no tienen la respuesta deseada de la población que no toma en cuenta los simulacros realizados como los de ayer y si lo hacen, no toman conciencia de su verdadera magnitud. No estamos preparados como sí lo están otros países vecinos que han pasado por experiencias de grandes movimiento sísmicos.
Las medidas de previsión tienen que ser asumidas por todos, no solo por el Estado. Tienen que involucrarse también los sectores privados, los gobiernos en todos sus niveles, las organizaciones sociales, los ciudadanos organizados o no, porque seremos quienes suframos las consecuencias en situaciones extremas de riesgo. Y de eso, al parecer, no estamos del todo conscientes. Recordemos que vivimos en áreas sísmicas y en ciudades de crecimiento masivo y desordenado con edificaciones -en gran parte- informales y sin inspección adecuada. O vías de comunicación antiguas, no renovadas y precarias en su mantenimiento, las que se convierten en puntos vulnerables frente a las eventualidades de un sismo de gran intensidad.
Por todo ello, resulta importante emprender campañas masivas, permanentes y didácticas que busquen lograr que la población tome conciencia de esta realidad y no solo como una reacción esporádica y circunstancial, cada vez que se producen movimientos telúricos de cualquier intensidad.