Insistimos: ¡renuncia o censura!
Un Vizcarra acorralado es capaz de cualquier cosa. El todavía mandatario ya perdió toda compostura. Recién realiza que no tiene escapatoria. Pero todavía tiene poder. Y lo utilizará de la manera que mejor le convenga para zafarse de las responsabilidades que le corresponde enfrentar. Su otrora cara de palo se ha convertido en un rictus de pavor, trasluciendo el encono que guarda hacia quienes nunca dejaron de enrostrarle su desaprobación –la prensa opositora- y de alertar al país que mantener a alguien así en palacio de gobierno es atentar contra la democracia, las leyes y la Constitución. La del estribo de estos déspotas, como él, es matar al cartero. En este caso al periodismo independiente que informa sin tapujos a la opinión pública para que, en caso confíe en él, adopte las precauciones necesarias para evitar que un individuo como Vizcarra, al manejo de las riendas del Estado –incluyendo el dinero de todos los peruanos, además de las Fuerzas Armadas, la “policía política” y aparte la Fiscalía de la Nación-, pudiese causarle más perjuicios que aquellos que ya le ha generado a la sociedad peruana.
Este escriba caló a la pareja PPK-Vizcarra desde tiempo atrás. Su talante mendaz, aprovechador y acomodaticio eran síntomas inequívocos de una dupla sin escrúpulo alguno para gobernar el país en beneficio propio. Lo confirmarían las voladas que ya rondaban. Tanto como todopoderoso jefe del MEF y premier de un corrompido; como por gobernador moqueguano de larga data en sucesivos trapicheos de la corrupción. Pero recordemos. Vizcarra derrumbó –sí, amigo lector, se trajo abajo- el Hospital de Moquegua, cuya estructura ciertamente se adecuaba para una remodelación que lo actualizaría, como era necesario. No obstante, la corruptela de derruir uno y construir otro fue demasiada tentación. En efecto ahora aparecen varios colaboradores eficaces narrando de manera pormenorizada quién, dónde, cuándo y cuánto entregó a Vizcarra por este proyecto. También por otro. La llamada Irrigación Pasto Grande, que luego de una década de construida todavía no consigue trasladar el agua que ofreció Vizcarra.
Ayer EXPRESO denunciaba -con pruebas- la arremetida gubernamental contra toda la prensa de oposición. Incluyendo a algunos medios, como el semanario Hildebrandt en sus Trece, que ha sido muy crítico con EXPRESO porque no le dio tregua a Vizcarra. Particularmente, cuando al denunciarlo por golpista el citado semanario aprovechó la crítica para enrostrarle a este periódico el injusto mote de “fujimorista”. La democracia peruana está amenazada por Vizcarra. La prensa libre es siempre el primer paso que dan los autócratas para acallar la crítica y guarecerse tras el poder para salvarse de la justicia. Pierde usted tiempo, ingeniero Vizcarra. Jamás podrá amordazar a la prensa probadamente independiente. Es más, haciéndolo agravará la pena que le espera tras dejar el Poder. Por eso reclamamos al Parlamento que asuma sus responsabilidades aprobando la moción de vacancia presidencial en trámite, y evite de esta manera que el Perú soporte más daños de los que ya ha causado una gestión tan incapaz, además de nefasta y antidemocrática, como esta que preside Vizcarra.