Interdicción: dependencia con altura

A pesar de que algunas figuras públicas hayan tildado a la interdicción aérea no letal como un “saludo a la bandera”, es una excelente noticia que se haya superado su bloqueo. La mayoría de medios guardaron silencio ante las primeras declaraciones de Otárola. Son pocos los espacios periodísticos donde el ministro de Defensa, Jorge Chávez, ha tenido la oportunidad de explicar la relevancia de reanudar las operaciones de la Fuerza Aérea (FF.AA.) en colaboración con los EE.UU. en la lucha contra narcotráfico. Esta noticia debería mantenerse más de dos días en la agenda mediática, porque representa un compromiso firme para desmantelar redes criminales e incautar la droga ilegal. Constituye un hito reputacional para el país. Nuestras acciones de control y estrategias contra el tráfico aéreo de drogas ahora serán mejor valoradas y reconocidas a los ojos del mundo.

Hay peruanos que sienten humillación al pensar que el Perú depende de EE.UU. en la estrategia militar aérea. Sin embargo, refugiarse en prejuicios es un engaño. Por mucho tiempo hemos contado con el apoyo de Norteamérica para combatir el flagelo de la producción de coca. A inicios de la década de los 70, la administración de Nixon diseñó un plan de lucha contra las drogas. Luego, con Reagan comenzaron a financiar la Operación Cóndor antinarcóticos en Perú, estableciendo el primer puente aéreo en la región.

Junto a Colombia y Bolivia recibimos apoyo logístico y de inteligencia norteamericana en una época retratada en la película “Blow”, que narra las vivencias del narcotraficante George Jung. Primero, llegaron los narcotraficantes norteamericanos y, posteriormente, sus militares y la DEA para capturarlos. A inicios de los 90, Perú era el principal productor de pasta básica de cocaína con destino a EE.UU., pero al final de la década, el zar antidrogas norteamericano, McCaffrey, afirmaba que Colombia nos superaba en producción.

En 1993, se promulgó la primera ley que autorizaba el uso de la FF.AA. contra aeronaves sospechosas de tráfico ilícito. Colombia adoptó esta medida. Ambos países confiamos en la tecnología norteamericana. Pero, en 2001, el error de derribar un avión civil nos excluyó de la interdicción conjunta con EE.UU. Hoy, la interdicción letal es obsoleta.

Hace dos décadas, enfrentamos sanciones por el uso inapropiado de la fuerza. Tras el bloqueo, nació el VRAEM para caer en manos de narcotraficantes, extendiendo la corrupción a Putumayo y Ucayali. La falta de repuestos y equipos norteamericanos generó problemas logísticos. Desde entonces, las acciones anti-narcóticos han decaído, y según el MINDEF, sólo en el VRAEM se registran 700 vuelos ilegales en el año en curso.

¿Sigue con reparos a la intercepción no letal? Colombia ajustó su estrategia tras nuestro nuestro bloqueo, estableciendo rigurosos protocolos antes de declarar hostil a una aeronave sospechosa. No podemos quedarnos atrás. Gracias al apoyo de EE.UU., obtendremos financiamiento, comunicaciones, capacitaciones y 8 aeronaves. La interdicción no letal es valiosísima para combatir la logística del narcotraficante. No olvidemos que estas bandas financiaron las marchas, bloqueos y las fracasadas Tomas de Lima, aprovechando la debilidad estatal para propagar corrupción y criminalidad.

Para fortalecer nuestras instituciones estatales, es clave potenciar sus capacidades, tomando como referencia al MINDEF. La cooperación internacional es un modelo que puede ser aplicado en áreas como el Interior y la Policía Nacional. La Guardia Civil española ha logrado mantener una imagen institucional sólida, buscando acercarse al público con respeto y empatía. La Policía Nacional del Perú ha enfrentado duras crisis reputacionales debido a la falta de ética de algunos sus miembros con Castillo al poder. Una propuesta que merece nuestra atención es generar lazos con la Guardia Civil española para implementar mecanismos que refuercen la confianza ciudadana, mediante el control interno, capacitaciones y asistencia institucional.

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