Interpelación al MEF y lamento tecnocrático
Una de las principales tensiones en la gestión pública es la que se da entre políticos y tecnócratas, en especial entre Parlamento y titulares de carteras de gobierno. Uno de los mecanismos más utilizados de fiscalización es la interpelación y potencial censura o retiro de confianza, que conlleva a la renuncia inmediata del ministro.
Los últimos 155 años de historia republicana vieron poco más de 100 interpelaciones, siendo únicamente siete dirigidas a ministros de Hacienda y Comercio (como se conocía el cargo antes de la Constitución de 1979) y/o ministros de Economía y Finanzas – MEF (como se conoce el cargo hasta hoy). Cuatro de estas interpelaciones ocurrieron antes de 1960 y cuatro ministros fueron finalmente censurados.
Interpelar al MEF no es una práctica parlamentaria usual. Cuando se da coincide con procesos de cambio y/o transición, donde la hegemonía de los políticos impone su hoja de ruta pragmática, poniendo en duda el éxito del tecnócrata a cargo.
Esta semana somos testigos de una nueva solicitud de interpelación al MEF, lo que obligará al ministro Alex Contreras a visitar el Congreso y a sustentar –en especial– su creatividad contable para solicitar adelanto de utilidades al Banco de la Nación fuera de calendario, lo que serviría para maquillar cifras macroeconómicas que aún son desfavorables para el gobierno de Dina Boluarte.
Lo cierto es que este nuevo episodio de tensión en la gestión pública peruana confirmaría la hegemonía del ciclo político y el ocaso del ciclo tecnocrático que vive hoy el país, abriendo el preámbulo de nuevos cambios en el manejo de la economía y las finanzas públicas, que se hacen necesarios para darle continuidad al ejercicio gubernamental.
La vieja tecnocracia centralista que tuvo el poder en sus manos los últimos 20 años no propone salidas que den solución a los problemas que hoy aturden la gestión gubernamental. Su lamento tecnocrático únicamente pide orden frente a una situación que ellos mismos crearon cuando tuvieron el poder.
Al no tomar medidas que previeran el obvio desorden e informalidad que acompañan procesos de desborde regional como los que vivimos hoy, producto de un proceso de descentralización inconcluso y confuso, pasan factura a un país que sigue sin encontrar un norte para hacer realidad una cada vez más evidente y necesaria reforma del Estado.
Las consecuencias de esta incapacidad de gestión generalizada son impredecibles. La caída del titular del MEF sería solo un primer paso en una seguidilla de cambios políticos que serían el resultado de un nuevo fracaso gubernamental, a cargo de una clase dirigente y en decadencia, cuyos actos solo alimentan su propio suicidio político.
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