ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Intervención legal-militar contra el narcochavismo politizado

Imagen
Fecha Publicación: 18/01/2025 - 05:56
Escucha esta nota

El 28 de julio del año pasado sucedió lo esperable: el narcochavismo politizado y delictivo perpetró otro fraude descomunal sin ningún rubor. Apostaron, nuevamente, por atornillarse aún más sin importar lo que el mundo libre y democrático diga y haga. Ya lo habían hecho antes, ¿les resultaría otra vez? Su reciente "juramentacion" el 10 de enero en la presidencia les hace creer que todo está consumado. Error. Todavía hay importante margen para una fuerte presión global sin descartar ninguna opción. Y aquí la que implica la amenaza creíble o el uso de una fuerza mayor multinacional para removerlos del poder agarra cada vez más fuerza en la región.

Millones en las sociedades libres esperan que los liderazgos políticos estén a la altura de las circunstancias. La tibieza será un suicidio en adelante. La exigencia para la verificación externa de los votos y las actas ya no son factibles; pero sí un mayor aislamiento del régimen y el restablecimiento y el aumento directo de sanciones a la oligarquía delictiva chavista y todos sus testaferros. Si no son desflemados finalmente por obra de una fuerza multinacional, legal y prodemocrática, afianzarán el proceso de cubanización que iniciaron hace 26 años gracias a la subestimación y la minimizacion de todos los riesgos.

De tiempo atrás el narcochavismo cuenta con aliados cruciales que salieron a felicitar el último "triunfo electoral". Como es conocido Rusia, Irán, Cuba, China, Corea del Norte, Nicaragua, Bolivia… y todas las tiranías y las autocracias vivas, mayores y menores, le dan apoyo abierto. Vladimir Putin declaró que tocaba fortalecer la cooperación con Maduro en "temas sensibles". Solo la ceguera o un grave sesgo puede seguir negando la acción de los soportes externos del Cártel de los Soles que "gobierna" Venezuela. China y su geopolítica, por supuesto, es otro de sus avaladores.

Como anotamos en este espacio a inicios de 2024 (ver: "Intervención militar y legal en Venezuela"), enorme entusiasmo despertó en suelo venezolano y en el mundo libre que los sectores democráticos eligieran en noviembre de 2023 como líder opositora a María Corina Machado a través de unas elecciones primarias sin intervención del régimen dictatorial. No hubo así chance de fraude. El resultado sin embargo sería desconocido en ruta al proceso electoral presidencial de julio de 2024. Machado fue inhabilitada, otra vez. Y, repitiendo su manual, el régimen apuntó a ganar tiempo, a pasear los reclamos internos y externos por competir limpiamente.

Inescrupulosos como los chavistas no dejan el poder hasta que alguien se los arrebate. Y, asumiendo al fin esa condición, los países prodemocráticos van reconociendo que la única forma de expulsarlos es ejecutando una presión (mucho más allá de la "diplomacia" sonriente que solo pellizcan a Maduro, Diosdado y asociados) que considere una intervención internacional (de base legal como el TIAR o el R2P) o el auxilio de una fuerza suprema que ya no eluda el factor militar. Son millones de venezolanos que esperan retornar a su país y afirman que ya no hay otra opción que el derrocamiento del cívico-militar y politizado cártel del narcotráfico que se adueñó de Venezuela vía una cubanización progresiva.

Esta estructura de poder político y delincuencial es hace tiempo una amenaza para la seguridad del continente. Por ejemplo, el chavismo no solo exportó a criminales del Tren de Aragua al Perú —y otros países— para desestablizarlo social y económicamente, también incita con fines políticos desde Caracas la división entre la diáspora venezolana y los peruanos. Debe recordarse cómo con sospechoso oportunismo fue reapareciendo Antauro Humala desde el sur intentando usar la xenofobia electoralmente y hasta planteando "campos de refugiados que los alimente" la ONU, como en Siria, para los venezolanos en suelo peruano. Es hasta este momento impredecible el alcance que estas propuestas descabelladas puedan tener entre ciertos bolsones del electorado incitado hacia la violencia en el proceso del 2026.

En sus dominios y en voz alta el chavismo advirtió sin tapujos la naturaleza de su irreversible proyección. "Por las buenas o por las malas' ganarán todo proceso que asegure el poder, dijeron. Seguir creyendo entonces que la democracia eleccionaria permita el cambio político en este caso es ya, y de tiempo atrás, de una indudable candidez. Solo la amenaza o la ejecución (como sucedió con Noriega en 1989 en Panamá) de una fuerza externa superior puede dar la oportunidad última de expectorarlos o de que inicien fuga, temerosos de una negociación fuertemente contenciosa que, ahí sí, los obligue a aceptar que no pueden ganar. Como se advirtió hace años, se está no ante simples "actores políticos", sino ante curtidos criminales, civiles y militares, con poder político.

Hay que repetirlo: venezolanos, nicaragüenses y cubanos necesitan el apoyo de todos los que creen en la libertad y la democracia abierta. La paz a través de la fuerza es ya ineludible ante la violencia criminal y política de las organizaciones criminales que llegan a capturar las estructuras estatales.

El siglo pasado al nacionalsocialismo de los nazis y del fascismo, por ejemplo, se les ganó por la fuerza, mediante la guerra para asegurar una paz real. De un costo altísimo y lamentable, por cierto, pero inevitable. Cuidado hoy por ello con esos falsos "pacifistas" ingenuos que creen e insisten en que solo el "diálogo" o el "apaciguamiento" pueden rendir a tiranos, a terroristas y a salvajes crimininales organizados. Estos deben ser totalmente derrotados.

Intervención legal-militar contra el narcochavismo politizado

 

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookXInstagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.