Jorge Madueño Romero: la ingeniería de la armonía
Desde que Pitágoras descubrió que los números bailan con la música, sabemos que hay una matemática oculta detrás de cada melodía. Pocos tienen el privilegio de nacer con esa doble bendición: la precisión del cálculo y la sensibilidad del arte. Jorge Madueño Romero fue uno de esos elegidos.
“El Loco Madueño” —apodo que llevaba con orgullo— vivió esa extraña dualidad entre ingeniero y músico. Durante años navegó entre ambos mundos hasta que, en 1985, la música lo conquistó definitivamente. Su “locura” no era capricho, sino la mirada única de quien descubría patrones matemáticos donde otros solo escuchaban notas sueltas.
Aunque su padre insistió en la carrera de ingeniería, Jorge demostró que técnica y emoción pueden ser aliadas perfectas. Se formó con maestros particulares, viajó a Francia para pulir su oficio y siempre aplicó una metodología casi científica a cada proyecto musical. Sus escritorios rebosaban de cálculos, diagramas y horarios que mágicamente se transformaban en arreglos, partituras y grabaciones memorables.
Lo conocí en 1975, en los estudios de Sono Radio. Desde ese primer encuentro me fascinó su forma de entender la música: como una arquitectura total. Tuve la fortuna de trabajar junto a él en dos proyectos que considero fundamentales: Del mismo puerto, de Tania Libertad, y Canciones de Juan Castro Nalli. Pude ver de cerca cómo coordinaba cada elemento sin perder jamás la magia del momento.
Más allá de su genialidad, descubrí a un hombre cálido, generoso, siempre dispuesto a enseñar y compartir. Su legado en nuestra música es inmenso. Orquestó el debut de Rubén Flórez en 1968, produjo obras fundamentales como la Misa Criolla de Chabuca Granda grabada en Colombia, y creó arreglos que hoy viven en nuestra memoria colectiva.
Como compositor, junto a César Calvo, dio vida a canciones donde poesía y melodía se fundían con naturalidad absoluta. Ese don no murió con él. Jorge tuvo cinco hijos, todos herederos de su vena artística. Ahí están Pelo Madueño, leyenda viva del rock peruano con Narcosis y La Liga del Sueño; José Luis Madueño, pianista y productor de reconocimiento internacional; y Claudia Madueño, maestra de canto e integrante esencial de la banda de Cecilia Bracamonte. Cada uno continúa, con su propia voz, el camino que su padre les trazó.
Cuando Jorge se fue en 2023, me quedé pensando en la lección que nos había regalado: no hace falta elegir entre razón y corazón. Se puede amar los números y las melodías con idéntica intensidad. “El Loco Madueño” nunca estuvo loco. Simplemente tenía el don de ver esa música secreta que habita en el orden perfecto del universo, y el talento para convertirla en belleza para todos nosotros.
Por Ricardo Ghibellini H.
Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.