¡Jóvenes despierten! “Las AFP no son ahorro, son una prisión financiera en UCI”
El sistema previsional peruano está en unidad de cuidados intensivos, conectado a oxígeno a la máxima presión. Lo sostienen con discursos, leyes parche y shows mediáticos, pero en la realidad ya está muerto. Miles de peruanos –especialmente los más jóvenes– no creen ni un ápice en las promesas de una pensión futura. Muchos centennials sueñan con irse del país; otros prefieren vivir el día a día. ¿Quién puede culparlos? Si las reglas solo cambian para favorecer a los de arriba, ¿por qué confiar en un mañana que nunca llega?
Hace apenas semanas, el Congreso aprobó con aplausos la nefasta Ley 32123 y su reglamento (D.S. 189-2025-EF), que blindaba a las AFP, limitaba retiros y consagraba la desigualdad. Hoy, los mismos congresistas retroceden en coro, juran que nunca votaron, culpan a “makuitos” o fantasmas, como si Gasparín hubiera estado en el hemiciclo. En una pirueta política digna de campaña electoral, en dos patadas aprobaron el octavo retiro de AFP, un “flash” que suena a regalo, pero que solo revela su desesperación por ganar votos y salvar el pellejo.
¡HIPOCRESÍA PURA! Primero blindan a las AFP, luego posan de héroes con retiros. Juegan con el dinero y la indignación de los trabajadores.
Pero el problema va más allá de una ley. Desde hace décadas, las AFP operan como una prisión financiera. Cada mes descuentan parte del salario, prometiendo una pensión digna. Sin embargo, si hay pérdidas por malas inversiones, el costo lo asume el aportante. Las AFP jamás pierden: mantienen comisiones, altos sueldos gerenciales y beneficios intactos.
Y cuando el afiliado muere, la historia es aún más cruel. Los fondos no siempre llegan íntegros a los herederos. Las reglas, comisiones y trabas hacen que muchas familias reciban migajas de lo que se ahorró con sacrificio. ¿A quién pertenece realmente ese dinero? ¡A las AFP mientras la ley las siga protegiendo!
La discriminación entre el sistema privado (AFP) y el público (ONP) agrava la herida. A la ONP se le critica por sus pensiones bajas, pero no puede ser tratada como sistema de segunda categoría. A igual esfuerzo, igual derecho. Cuando llueve, todos se mojan.
El Perú figura entre los peores sistemas previsionales de América Latina, según el Global Pension Index. Mientras países como Chile, Uruguay o Colombia avanzan con modelos mixtos –capitalización individual con solidaridad intergeneracional–, aquí seguimos atrapados entre parches, retiros y comisiones opacas.
Los politiqueros que defienden a las AFP como “salvadoras de la vejez” mienten. El sistema colapsó. No hay confianza, ni sostenibilidad. Pretenden maquillar el cadáver con leyes de emergencia y promesas, pero los trabajadores saben que su dinero es rehén de un esquema fallido.
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