Jugándonos el futuro del Perú
César Acuña es propietario de un entramado de universidades que emiten tesis “como cancha” -aunque sin aparecer en la relación de los principales centros académicos del país-; e igualmente dueño de un partido político que actúa como eje de presión para resguardar sus propios objetivos, incluido el de “estar bien” con el poder. En este caso, respaldando al nefasto, corrompido, inepto, marxista régimen que preside Castillo, sin respetar primordialmente el interés nacional. Hablamos del Acuña que hoy exige que las agrupaciones políticas representadas en el Parlamento “respeten” un acuerdo que le permitiría colocar a un títere suyo en la presidencia del poder Legislativo.
¡Quisiera administrar el Congreso durante el crítico periodo que abarca julio 2022 a julio 2023! Es más, en medio de un maltratado castellano como el que usa, Acuña citó a algunos de sus congresistas predilectos proponiéndoles como presidentes del Legislativo. No obstante, omitió a los únicos dos que SÍ tienen la cabeza bien amoblaba y el carácter bien afilado, precisamente para presidir el Congreso en medio del caos en que lo ha dejado –sólo en once meses- su protegido Pedro Castillo. Nos referimos a la ex Fiscal de la Nación Gladys Echaíz y al ex Comandante General del Ejército Roberto Chiabra. Dicho sea de paso, palabras más, palabras menos, Acuña se refirió así a ambos hace ya algún un tiempo: “Si estos dos legisladores (que forman parte de la bancada de su partido) estuviesen inscritos en mi organización política, los habría expulsado porque NO han acatado el acuerdo de rechazar la moción de vacancia contra Pedro Castillo.” Este es el extremo de la incondicionalidad de Acuña hacia un sujeto como Castillo, imputado por el Fiscal de la Nación de dirigir una organización criminal para robarle a los peruanos. Aparte de estar demostrado que es un reverendo incompetente para el ejercicio de la jefatura del Estado, sabiendo además que Castillo representa al Foro de Sao Paulo, obcecado por convertir a Latinoamérica entera en calco y copia de Cuba y Venezuela.
Es evidente que a Acuña le importa un caracol la gravedad del momento por el que atraviesa el Perú. Estamos jugándonos el tiempo de descuentos en un partido en el que habrá de definirse si nos mantenemos como una nación democrática y respetuosa del Estado de Derecho; o ingresamos a la órbita marxista de la que no saldremos más, como ocurre en los países antes mencionados. Pero Acuña se aboca a proteger otros, particularmente oscuros intereses. ¡Su obsesión es que Castillo continúe destruyendo el país, instalado en la presidencia! Es consciente de las trapacerías e ineptitudes de este y del peligro ideológico que representa. Además sabe que es tramposo porque ha plagiado su tesis. Pero ¿qué hizo Acuña? Orquestó un costoso entramado a través de su emporio universitario, para demostrar que sí “existe” la tesis de marras. ¡Aunque sin precisar si habría sido elaborada este año! ¡Eso habría anulado la elección de Castillo! Acuña tampoco pondera las infinitas evidencias que revelan una frondosa corrupción palaciega. ¡Y encima, pretende manipular el Congreso!
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