“Kafka: seres inquietantes”, de Miguel Gutiérrez
El libro “Kafka: seres inquietantes”, de Miguel Gutiérrez (editado por el Centro de Desarrollo Editorial), habla, en primer lugar, de la preferencia de Kafka por ciertos autores, que, aunque geniales, son muy disímiles entre sí. Entre ellos, tenemos a Dostoievski, con quien se identificaba por la serie de sentimientos tortuosos que experimentaba; y también se inspiraba en Flaubert, en quien admiraba el uso de un lenguaje objetivo, sin adjetivos superfluos. Así, podemos concluir que Kafka transmitía sentimientos profundos y tormentosos, pero desde un lenguaje que tomaba distancia de estos, lo cual es sumamente dificultoso. Como herramienta de trabajo, Kafka contaba con el alemán fosilizado y científico que utilizaban los funcionarios del imperio austrohúngaro, lo que establecía un contraste sorprendente con las situaciones límite que describía. Esto además les presta a sus relatos una atmósfera de verosimilitud que de otra forma no podrían alcanzar.
Por otro lado, Miguel Gutiérrez menciona que siempre han existido dos bandos de escritores: los barroco-románticos y los clásico-cartesianos. Los primeros poseen un estilo recargado (como Faulkner y Lezama Lima) mientras que los otros prefieren un lenguaje austero (como Juan Rulfo y Hemingway). Kafka, al estar imposibilitado de escribir en checo o en yiddish pues su familia estaba asimilada a la cultura alemana, se veía obligado a utilizar un alemán burocrático y glacial, que, sin embargo, presentaba imágenes que descollaban por su originalidad y que al mismo tiempo eran intolerables y pesadillescas por su crudeza.
Destaca también Gutiérrez la inclinación de Kafka hacia las novelas de aventuras, los folletines y los relatos policiales, lo cual podemos ver en escritos como “El proceso”, pero siempre sin perder su toque onírico; Kafka incluso se da el lujo de ser poético, sin perder por ello su tono objetivo. Según Theodor Adorno, las obras kafkianas presentan una anécdota maravillosa enmarcada en un entorno cotidiano o contemporáneo, esta característica la toma de las novelas policiales, donde se presenta un misterio dentro de escenas pedestres o de la vida diaria.
Gutiérrez asegura también que el hecho de que en los relatos de Kafka los humanos abandonen su condición para convertirse en animales se debe a que el escritor tenía un sentimiento de culpa que lo llevaba a pensar en el suicidio o a desear transformarse en un insecto o en una cosa. El ser un judío también tenía mucho que ver con ello, por no mencionar que vivía en una ciudad como Praga, donde la mayoría hablaba el checo y no el alemán como el autor. Esa sensación de no pertenecer a ningún lado, la plasma en el cuento “La cruza”, en el que se habla de un ser híbrido (con cabeza de gato, pero con cuerpo de cordero).
El ensayo “Kafka: seres inquietantes” ha sido editado para conmemorar los cien años del fallecimiento del magnífico autor checo y pueden encontrarlo en los stands 113 y 91 de la Feria Internacional del Libro.
Por Evelyn García Tirado
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