La agenda urgente que los medios ignoran
En un país donde la crisis parece haberse convertido en lo habitual, los psicoterapeutas nos recuerdan una verdad incómoda: el primer paso hacia la cura es tomar conciencia de la enfermedad. Sin embargo, en el Perú, parece que aún no hemos dado ese primer paso. Nos dejamos distraer por discusiones triviales, alimentadas por un ciclo mediático que parece más interesado en analizar detalles superficiales que en abordar los problemas estructurales que nos aquejan.
Los titulares se centran en temas triviales, mientras que los verdaderos desafíos del país se relegan al olvido: el incremento exponencial de la delincuencia, la politización de jueces y fiscales, el aumento de la pobreza, el caos del tránsito vehicular en las ciudades, la falta de planificación frente a la próxima inauguración del megapuerto de Chancay, los malos resultados de las evaluaciones en las pruebas PISA, etc.
Este fenómeno de distracción no es nuevo, pero se ha intensificado en un momento donde la estabilidad y el avance son más necesarios que nunca. No es que los peruanos seamos indiferentes al sufrimiento ajeno; de hecho, nos escandalizamos al ver madres que no tienen con qué alimentar a sus hijos o al enterarnos de la muerte de un joven emprendedor, víctima de la extorsión.
Pero, ¿por qué prestamos más atención a los escándalos personales de un futbolista que a las tragedias cotidianas que afectan a millones? Tal vez la respuesta se encuentra en la sensación de impotencia ante un sistema que parece diseñado para mantenernos distraídos. Y en el que una parte importante de la responsabilidad la tienen los medios de comunicación controlados por un oligopolio familiar.
En lugar de concentrarnos en soluciones, seguimos empujando a un gobierno que lucha por mantenerse en pie, exigiendo perfección en un contexto donde el caos es la norma. Sin embargo, esta intransigencia puede tener consecuencias graves. Mientras nos concentramos en lo anecdótico, el país retrocede en áreas cruciales como la lucha contra la pobreza, la salud y la educación.
Después de haber logrado avances significativos en la reducción de la pobreza y la mejora de la calidad educativa, el Perú ha visto cómo estos logros se desmoronan. La pobreza ha vuelto a aumentar y hemos caído nuevamente a los últimos lugares de las evaluaciones internacionales de educación.
La ironía es que mientras exigimos más del gobierno, no permitimos que este avance. El equilibrio es indispensable para gobernar, y es necesario que reconozcamos que las necesidades más urgentes —hambre, seguridad, salud, educación— no pueden esperar.
Sin embargo, en lugar de enfrentar estos desafíos con la seriedad que merecen, permitimos que se perpetúe un ciclo de distracción y polarización que solo beneficia a aquellos que lucran con el desorden, muchas veces financiados por dinero sucio o intereses externos.
Este ciclo destructivo no solo afecta al gobierno, sino que también amenaza la estabilidad del Estado en su conjunto. El poder judicial, que debería ser un pilar de la justicia y la estabilidad, a menudo parece estar más preocupado por mantener una falsa imagen de independencia, ignorando leyes que debiera hacer cumplir, que por aplicarlas de manera equitativa. Así, se permite que héroes que arriesgaron sus vidas en la lucha contra el terrorismo sean condenados a una injusta carcelería, mientras que los perpetradores de la violencia son liberados y, en algunos casos, incluso compensados.
Este panorama sombrío nos lleva a una pregunta urgente: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que las trivialidades dominen el debate público? Es momento de hacer un examen de conciencia colectivo y pensar seriamente en el futuro de nuestros hijos y nietos. No podemos seguir fingiendo que los problemas no existen o que se resolverán solos. El juicio de la historia será implacable, y quienes hoy se burlan de las esperanzas de 33 millones de peruanos deberán rendir cuentas.
El camino hacia la cura comienza con la aceptación de la enfermedad. Solo entonces podremos empezar a trabajar en soluciones reales, en lugar de perdernos en distracciones que nos desvían del verdadero objetivo: construir un país más justo, seguro y próspero.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.