¡La amenaza totalitaria!
Los debates se presume sirven para sacar conclusiones. Quién conoce y quién ignora; quién miente y quién dice la verdad; quién sintoniza con el auditorio y quién desentona con él. Por último, quién tiene la razón y quién no la tiene. El domingo por la noche, el cuestionado Jurado Nacional de Elecciones –por algo será que incluso han renunciado tres miembros del suntuosamente llamado Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral, faltando una semana para las elecciones- ensambló un show con sabor a autobombo, dedicándole más de la mitad del tiempo a promocionar al mismísimo ente organizador, presidido por un individuo en quien muchos peruanos hoy desconfían por su recorrido como simpatizante del comunismo y defensor de terroristas. Es manifiesto que el jefe del Jurado electoral comulga con las ideas del candidato del lapicito. Es decir, es obvia su inclinación hacia un postulante. Sin embargo, lo que este país necesita es que su máxima autoridad electoral la dirija un peruano idóneo, que no solamente sea sino que parezca independiente, para otorgarle credibilidad a una elección donde se definirá si el Perú entra a la órbita comunista; o si mantiene la democracia con libertad absoluta por la cual, de manera abrumadora, han votado los peruanos desde 1980.
Es evidente que el tan cacareado “debate” no sirvió de mucho. Dicho esto, ¿cuándo dinero suyo, amable lector, habrá dilapidado el JNE en tamaño bodrio llamado Debate Presidencial? Porque, encima, la gente no alcanzó a sacar conclusión alguna, aburrida por el tiempo perdido (tres horas) del que más de la mitad fue invertido en satisfacer la egolatría del jefe del JNE y en promocionar a las oeneges que mantienen copada la estructura del Estado. Aunque también contribuyeron a desanimar a la opinión pública sendas preguntas muy mediocres, formuladas por gente espontánea, acompañadas de ridículas respuestas (no propuestas) brindadas en exclusiva por el postulante del lapicito, engreído por el JNE.
De poco sirvieron pues los debates planeados por el JNE. El primero, de los técnicos, quizá más útil que el segundo. Porque esta elección sólo la definirán las “sensaciones” que, durante la campaña, han dejado las trayectorias personales y las capacidades de estadista de ambos candidatos. Aunque influirá también la crisis sanitario-económica provocada por Vizcarra/Sagasti, socialistas que han gobernado vilmente abandonando a 32 millones de peruanos de los cuales 180,000 murieron, gran parte por culpa suya. El Perú necesita interiorizar los pros y contras de cada postulante. Por un lado están el ADN democrático y el razonamiento de lo que significa gobernar el Estado que exhibe Keiko Fujimori. Por otro, la improvisación y la ignorancia que transpira Castillo para administrar la vida, salud y el patrimonio de 32 millones de peruanos, en plena crisis económica y sociopolítica. Aunque el factor que más debiese influir en su voto, amable lector, son los genes comunistas/chavistas/senderistas de Castillo, versus la propuesta democrática de Keiko Fujimori. Este 6/6 los peruanos no deben ni pueden improvisar al votar, como han hecho durante décadas. ¡O votan por la única opción democrática, o tendremos un régimen totalitario!
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