La angurria puede evitar el golpe de Estado
Quiero iniciar esta columna como terminé mi entrega anterior: si el Congreso no suspende o vaca a Pedro Castillo, este poder del Estado terminará disuelto y la democracia se habrá acabado en el país. No es momento para tibiezas.
Y no hay lugar para cobardes cuando hay una organización criminal enquistada en el Gobierno a la que le importa nada la ley, y que su único objetivo es que Castillo siga atornillado en el poder para obstruir las serias investigaciones fiscales en su contra. Ello lo lograrían con la clausura del Parlamento y la posterior instalación de una Asamblea Constituyente, que se encargaría de redactar una nueva Constitución. Una vez ocurrido esto, iniciará una dictadura comunista.
A pesar de que la Ley 31355 -la cual ha sido declarada constitucional por el TC- precisa que solo el Congreso puede interpretar si una cuestión de confianza fue rehusada o no, el Gobierno considera que el Legislativo ya quemó su primera bala de plata al declarar improcedente la cuestión de confianza que planteó el orate Aníbal Torres para derogar la norma que regula el referéndum (esta ley también fue declarada constitucional por el TC).
En un breve mensaje a la nación, Castillo habló de un “rehusamiento expreso” de la cuestión de confianza, al mejor estilo de la “denegación fáctica” del miserable lagarto Martín Vizcarra y su payaso caviar Salvador del Solar. En simple, el castillismo postula que Torres renunció porque se negó la confianza, de modo que, si el Congreso rechazara este mecanismo una vez más, podrá ser disuelto. Una total tontería que puede solo salir de la cabeza de un infeliz como el tinterillo vizcarrista Omar Cairo.
Algunos aducen que Pedro Castillo no podría cerrar el Legislativo porque no cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas y la Policía, pero basta recordar la foto que se tomó el chotano con los altos mandos de las FFAA y la represión policial a la movilización ‘Reacciona Perú’ para desbaratar este argumento. Me temo que, si se llega a concretar el golpe de Estado, militares y policiales se pondrán del lado del presidente.
El golpe está a la vuelta de la esquina y para ello es que la enamoradísima Betssy Chávez ha sido nombrada como premier, avivando el conflicto. Las cartas ya están puestas sobre la mesa.
Es por eso que, en medio de condiciones extraordinarias, se quieren soluciones radicales. Estas serían reducir los votos para vacar a Castillo o suspenderlo de una vez por incapacidad temporal. Pienso que, incluso, algunos legisladores de bancadas oficialistas como el Bloque Magisterial o Perú Libre apoyarían la destitución de Pedro Castillo si ven en peligro su permanencia en el Parlamento, porque significaría perder todos los beneficios que ahora ostentan.
Esto puedo asumirlo tras ver las declaraciones de los congresistas Édgar Tello y Américo Gonza respaldando la decisión de la Mesa Directiva del Parlamento de rechazar de plano la cuestión de confianza. Que la angurria de más como estos sirva para acabar de una vez con esta pesadilla.
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