La angustia ciudadana aumenta
La angustia con que vivimos no ha disminuido, porque las normas que regulan el actuar de los encargados de controlar la delincuencia que la origina no han cambiado. La inseguridad ciudadana va aumentando a medida que los países son más permisivos con quienes la generan. Todo empieza con un exagerado respeto por los derechos humanos de los delincuentes y un irresponsable irrespeto por los derechos humanos de los ciudadanos y los de la autoridad que tiene que velar por ellos (policía).
La angustia ciudadana logra que vaya aumentando el instinto de supervivencia de los ciudadanos y crea irrespeto por los derechos humanos de los delincuentes que la originan. A medida que esto pasa, los ciudadanos comienzan a crear seguridad con sus propias manos, y el Estado lo oculta porque esto es prueba de la indiferencia y la cobarde inacción de demasiados políticos que no se atreven a dictar las normas necesarias para enfrentarse a la delincuencia por miedo al daño político.
No solo eso, muchos políticos, para esconder su irresponsabilidad, acusan de atentar contra los derechos humanos a los que exigen una normativa más severa para que se aplique a quienes son los responsables de la cada vez más angustiante inseguridad ciudadana.
Lo antes mencionado ha tenido una gran repercusión en la forma de actuar de nuestra policía porque se ha puesto sobre sus hombros una exagerada responsabilidad por el respeto de los derechos humanos de aquellos que atentan contra los de ellos (la policía) y los nuestros. No puede ser que en circunstancias como las que vivimos se juzgue con el mismo criterio y normas a los que, en beneficio propio, atentan contra los derechos humanos de un ciudadano y a los que tienen la responsabilidad de evitarlo (policía).
En estos momentos basta ver o leer los medios de comunicación para darse cuenta de que las noticias más difundidas son aquellas que tratan sobre los atentados contra los derechos humanos de los ciudadanos y, lo que es más angustiante, la impunidad con la que ellos los realizan. Es por ello que se requiere que existan jueces que se sitúen en las circunstancias de aquellos que ponen en riesgo sus derechos humanos para evitar que la angustia ciudadana destruya nuestro buen vivir y atente contra las inversiones.
En defensa de sus derechos humanos se debe permitir al policía exigir al detenido que enseñe las manos y que el no hacerlo sea una falta grave que, como es en los EE. UU., pueda dispararle haciendo lo posible por no matarlo.
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