La ATU no regula: maltrata, multa y destruye vidas

En febrero de 2024, utilicé este medio para hacer un llamado urgente al Defensor del Pueblo y a Indecopi, denunciando el trato inhumano y abusivo de la ATU hacia los usuarios del transporte público. Hoy, con más rabia e impotencia, insisto: la gestión de la ATU es deplorable y desastrosa. Millones de peruanos están obligados a viajar hacinados, parados, en buses viejos, sucios, con apenas 12 asientos preferenciales y sin ningún respeto por la dignidad humana.
Quienes dirigen la ATU jamás han pisado un paradero popular. No saben lo que es esperar más de una hora bajo el sol o la lluvia para subir a un bus repleto, no entienden lo que significa perder un día de trabajo o llegar tarde por culpa de un sistema colapsado. Mientras ellos cobran jugosos sueldos, los pasajeros son tratados como ganado.
La ineptitud de la ATU genera interminables colas, tráfico infernal, embotellamientos insoportables y un caos vehicular que transforma la ciudad en una jungla motorizada. ¿Y qué hacen los ciudadanos para sobrevivir? Optan por el taxi colectivo, una opción informal, sí, pero una alternativa que les permite llegar a tiempo a sus centros de trabajo y mantener a sus familias.
¿Y qué hace el Estado con estas personas que solo quieren trabajar? Les impone multas escandalosas: más de 10 mil soles al propietario y 5,350 soles al chofer, además del decomiso de sus herramientas de trabajo. Los castigan por “atreverse” a resolver el problema que la ATU no ha podido —ni querido— solucionar.
Muchos de estos trabajadores terminan despedidos, endeudados, deprimidos o en la calle. Escenas desgarradoras que a nadie parece importar. El Defensor del Pueblo, que debería proteger al ciudadano, calla o mira hacia otro lado. Si se preocupa, es por el puesto de algún funcionario del JNJ, no por los gritos silenciosos del pueblo. Ha olvidado su función: ser la voz de quienes no tienen voz.
Pregunto: ¿ha viajado usted en transporte público? ¿Ha escuchado a la madre que llora porque su hija es acosada y nadie hace nada? ¿O solo le interesa perseguir al que desobedece, mientras aumentan los feminicidios y los crímenes evitables?
A más de seis años de la creación de la ATU, esta institución no ha mejorado nada. Lo único constante es su desfile de seis presidentes: Humberto Valenzuela, María Jara, José Aguilar, Marybel Vidal, David Hernández y ahora Jaime Romero. Todos con paso fugaz, sueldos altos y cero resultados.
¿Resultado? Un sistema colapsado, ciudadanos maltratados, corrupción impune e indiferencia total. La ATU ni resuelve el problema ni deja que otros lo resuelvan. Criminalizan la creatividad ciudadana, en vez de integrarla. Las multas deben ser proporcionales, no condenas de muerte laboral.
El Defensor del Pueblo ya no defiende al pueblo. Hoy solo sirve a los poderosos. El Perú no puede seguir tolerando autoridades que castigan al que trabaja y premian al que fracasa.
¡Basta ya de atropellos! El transporte debe servir al ser humano, no humillarlo. Quien no defiende al pueblo, que renuncie. Un cargo sin vocación es otra forma de traición.

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