La ausente prevención de la violencia escolar
El acoso entre estudiantes denominado “bullying” es un tipo de violencia marcada por conductas intencionales de hostigamiento, maltrato verbal, físico o mental que muchas veces es normalizada por el entorno mas próximo a la víctima, los compañeros de clase e incluso por las autoridades o profesores del colegio, sobretodo en colegios particulares, por temor a exponerse a las sanciones administrativas que puedan darse. Pero, además, está la desinformación, debido al incumplimiento por parte de la institución educativa de hacer de conocimiento de los padres de familia el sistema de denuncia y a las autoridades responsables a las cuales pueden recurrir. Es decir, la prevención está ausente.
El acoso escolar impacta de forma especial en el desarrollo personal y familiar del estudiante. Muchos de estos casos no cuentan con el apoyo y acompañamiento debido, y por supuesto, con una atención diligente, lo cual degenera en conductas antisociales e incluso delictivas. De otro lado, un caso de violencia escolar digital, como el presentado en el colegio Saint George, exige a las autoridades adaptar los protocolos a esta modalidad en el que intervienen los medios tecnológicos y las redes sociales y que de acuerdo a las últimas cifras de la plataforma SISEVE sería la forma de violencia muy frecuente entre los estudiantes que merece una respuesta rápida por parte del sistema para evitar la revictimización y la impunidad que se presenta ante la imposibilidad de identificar a los agresores que se mueven a sus anchas bajo perfiles falsos en el mundo virtual.
De otro lado, la presunta comisión de un delito debe ser rápidamente denunciado en las primeras 24 horas de conocido el caso de violencia ante la Fiscalía o Comisaría de su jurisdicción de tratarse de adolescentes infractores de la ley. Asimismo, es importante solicitar las medidas de protección para las víctimas, así como informar a la UGEL/DRE. Es por esta razón que las autoridades del sector, los directivos, tutores y personal administrativo de la institución educativa, los padres de familia o tutores encargados deben estar permanentemente atentos para activar los protocolos de atención a las víctimas, así como a los agresores, en caso sean menores de edad y cuya rehabilitación social no puede ser dejada de lado por el sistema educativo, conforme a ley.
Pero si hay algo que falla definitivamente, es el sistema de prevención del bullying escolar. No solo se necesita mayor fiscalización por el sector educación e Indecopi de la implementación del Protocolo de Atención y Prevención de la Violencia Escolar en las escuelas, sino contar con estrategias descentralizadas de intervención multisectorial a fin de cubrir la totalidad de colegios públicos y privados a nivel nacional, que hagan posible la detección temprana de potenciales casos. La comunidad educativa en su conjunto es responsable y no puede darle la espalda a esta realidad cada vez mas presente en las escuelas que vulnera los derechos a la integridad física y mental, e incluso a la vida de nuestros niños y adolescentes.
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