La calidad de la democracia y la conducta política
En circunstancias en las que nos encontramos, con miras a lo que será la campaña electoral, camino a las elecciones generales del próximo año, es menester detenernos en calcular lo que podrá ser el panorama que nos espera, en función de la calidad de la conducta del elector. La democracia, que tiene como sustento fundamental la voluntad del ciudadano, traducida a través del voto, tendrá un valor que se mide por la calidad de la decisión del ciudadano, la cual será el reflejo de la calidad de la democracia del pueblo que, expresada en un proceso electoral, señale cuál será su destino. De allí la razón por la cual se necesita insistir en conseguir que la conducta política ciudadana trate de mejorar, en base a que el ciudadano actúe con criterio y razonamiento suficiente, en función de estar debidamente informado de ¿por quién? y ¿para qué? emitirá su voto. Es decir, reiterar que el “voto informado” sigue siendo el instrumento más eficaz para lograr que la democracia de un pueblo, y su calidad, pueda mejorar. Pues, si la propaganda electoral y su influencia, como medio para inducir la conducta del elector, continúa siendo el medio más eficaz para orientar un resultado electoral, seguimos expuestos a que, mañana más tarde, podamos arrepentirnos de los resultados electorales, haciéndonos responsables del futuro político, social y económico que nos espera. Por lo tanto, corriéndonos el riesgo de ser reiterativo al insistir en este tema en particular, es por la necesidad de que nuestra democracia, en su desarrollo positivo, vaya encontrando un camino mejor, que le permita ser valorada en base a sus resultados electorales. Los cuales serán también mejorados si la calidad de la conducta política de la ciudadanía, igualmente, mejora.
Es por medio de la actuación de los organismos electorales que el pueblo y los ciudadanos que tienen en sus manos la cédula de votación en la que expresarán su opinión política, la que orientará el desarrollo del sistema democrático. Razón por la cual, debe corresponder al Jurado Nacional de Elecciones y a la Oficina Nacional de Procesos Electorales, difundir con mucho énfasis y cobertura sobre los antecedentes de los candidatos que postulen en las próximas elecciones generales, así como también difundir con la debida amplitud las diversas propuestas que presenten las organizaciones políticas, como compromisos que asumirían de obtener o de llegar a ejercer el poder político. Como dice el dicho, “la esperanza es lo último que se pierde”; no hay que perder la esperanza de que la calidad de nuestra democracia se desarrolle positivamente y, con ello, los resultados eleccionarios sean bien aprovechados, permitiéndonos ver nuestro futuro con mayor entusiasmo y posibilidades de un mañana mejor, del que todos anhelamos, logrando asegurarnos de que los agudos problemas que hasta hoy nos preocupan permanentemente, puedan ir encontrando vías reales de solución y dejemos de vivir angustiados y desconcertados de lo que pueda suceder si, con nuestra conducta política, no lo hacemos con criterio y responsabilidad.
Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.