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La callada como respuesta

Fecha Publicación: 30/01/2019 - 22:30
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La callada como respuesta revela dos cosas fundamentales: falta de argumentos para rebatir los cuestionamientos, y/o complicidad manifiesta con la materia controvertida. Esto es lo que ha ocurrido a raíz de la oportunísima aparición de un pacto infame entre Perú y Odebrecht, dolosamente llamado preacuerdo. En efecto, publicado este intento de estafa al Estado, quienes defienden el patrimonio nacional han desvestido tamaño asalto -elaborado como “confesión sincera” en contubernio con la empresa estafadora más grande del planeta- e identificado además a los responsables. Sin embargo ante esto palacio de gobierno, el periodismo venal y la Fiscalía han mantenido el más completo silencio.

Y cuidado que esta infamante componenda ha sido promovida por el gobierno PPK-Vizcarra, el conglomerado de la concentración mediática (en parte familiarmente ligado al affaire) y la Fiscalía de la Nación. Todos ellos a su vez llevados de las narices por aquella progresía marxista que todavía manda en el Perú, la misma que desde ya viene acomodándose de cara a las elecciones generales de 2021.

Es más, de primera intención este trío que confabuladores, decididos a defraudar al Perú, culpó al periodismo libre que destapó el preacuerdo de marras de traicionar al país. Lo que ocurría era que con aquella publicación se les caía el contubernio con Odebrecht -lo que podría implicar perder parte de, o todo, aquel botín timado al Perú- y abortaba la oportunidad de responsabilizarle de todo a Alan García para así eximir a los suyos.

De otro lado siguen las incongruencias al interior del oficialismo. De un lado, en forma intempestiva la semana anterior apareció el presidente Vizcarra advirtiendo que jamás permitiría que Odebrecht trabaje nuevamente en el Perú. No obstante, su ministro de Justicia –aquel que tiene colgado en su despacho congresal una foto del che Guevara- sostiene todo lo contrario. Según éste –y su procurador Ramírez, uno de los firmantes del pacto indigno- la única manera de lograr que Odebrecht pague una reparación civil es permitiéndole participar en futuras licitaciones, “de modo que pueda pagarnos con el producto de sus ingresos”. ¡Vale decir que la corrupción nos indemnice con nuestro propio dinero! Si esto no implica confabular contra el Perú entonces, ¿de qué diablos estamos hablando? En este orden de ideas, el gobierno Kuczynski-Vizcarra acaba de ser éticamente sepultado por el Banco Mundial, ya que durante tres años el BM ha inhabilitado la participación de Odebrecht en cualquier contrato financiado por dicha multilateral. Pero acá no. Los vendepatria son unos amorales convencidos de su poder y superioridad. Ellos manifiestan que “No hay que asfixiar a Odebrecht, porque sino jamás conseguiremos cobrarle indemnización”. ¿O acaso que acuse a Alan García?

Si acá existiera prensa libre –no esta claque venal que informa y opina según el valor del contrato publicitario estatal que obtenga del gobierno de turno- y si los “opinólogos” no estuvieran implicados crematísticamente con Odebrecht, ahora todo el periodismo estaría demandándole al presidente Vizcarra que explique por qué dijo que “Odebrecht no debe trabajar con el Estado”, cuando su ministro de Justicia hace todo lo opuesto.