La calle le pertenece a la democracia. ¡No podemos perderla!
Los mensajes de optimismo sirven de poco cuando la crisis económica azota los hogares más humildes del país. 10 millones de peruanos no tienen capacidad de cubrir la canasta básica alimentaria: no viven, sobreviven. Hay hambre en el Perú y los programas sociales no se dan abasto para apaciguarlo, no solo por la poca capacidad del MIDIS sino porque ni siquiera se cuenta con un buen registro de las personas más vulnerables. El retroceso de la pobreza desde el 2020 es gravísimo, equivalente a 5 años en zonas rurales y a terribles 13 años en Lima Metropolitana. Entonces, ¿de qué nos sirve saber que la inflación en el Perú (6.8 % interanual en marzo) ha sido de lejos una de las más bajas a nivel mundial cuando este incompetente gobierno no tiene ninguna estrategia solvente para mitigar el impacto? Castillo se limita a atribuir la crisis económica a factores internacionales, exógenos sin reconocer un solo error, todo es improvisación y discurso de plazuela.
Otorgar bonos focalizados y apoyar a los agricultores a través de subsidios a los fertilizantes es esencial, pero compras eventuales a los países comunistas amigos, 5,000 toneladas a Bolivia o 20,000 a Venezuela, cuando se requieren 35,000 toneladas mensuales, no bastarán. Estas medidas deben ir de la mano con una política integral de apoyo a la agricultura basada en la capacitación y tecnificación. El paternalismo no puede prolongarse a perpetuidad, menos en un país que languidece por falta de inversión y de productividad.
Los conflictos sociales han aumentado en 7% durante los nueve meses de Castillo y constituyen la más flagrante expresión de su fracaso. Cuando solo tienes un gobierno de populistas, sindicalistas y antimineros que se sacan la careta como Pedro Francke para seguir insistiendo en una subida de tributos a la minería y, cuando se alternan beligerantes arengas de nacionalización con hipócritas discursos de bienvenida a la inversión privada y, cuando se generan falsas expectativas y se ofrecen loterías instantáneas, no debe sorprendernos que las comunidades aledañas a las industrias extractivas, muy sensibles a la manipulación y empoderadas para exigirlo todo, se levanten. Tres importantes minas de cobre en problemas al mismo tiempo: Cuajone, Las Bambas, Antapaccay y todas en #ModoChantaje y muy reacias a conciliar, fruto del factor contagio y de las mismas manos siniestras que quieren crear el caos en el país.
Estamos enfrentando una realidad muy tóxica pues un puñado de corruptos tiene las llaves del Estado y el control de las instituciones. El Congreso ha demostrado que es incapaz de ejercer una defensa real de la democracia y la oposición ha fracasado en lograr unidad y consenso. Solo nos queda la calle, no podemos perderla, nadie se puede quedar en silencio, ni los ciudadanos de a pie, ni los 199 gremios de empresarios de todos los sectores que recientemente se pronunciaron contra el Gobierno. No bastan los comunicados, hay que alzar la voz en la calle, no podemos seguir actuando a la defensiva y en función a rebatir el discurso totalitario de la Izquierda, es indispensable ser propositivos.
Desafortunadamente, está comprobado que la gente no vota por los buenos gestores sino por los dueños del relato, así se precipiten al vacío. Castillo y Perú Libre son el mejor ejemplo, por ello la única manera de reconducir los destinos del país es que se vayan todos. La calle no debe parar hasta conseguir la renuncia de Castillo y Boluarte y la convocatoria a elecciones generales. Mañana será demasiado tarde.
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