La casa de los vientos
Octavio es un niño de ocho años que un día descubre que ser diferente en una sociedad que enseña a odiar a quien tiene una singularidad, es un pecado y por ello debe pagar las consecuencias. Lo maltratan y humillan por ser delicado, por ser raro, porque le gusta la poesía. Crece incomprendido en una ciudad conservadora e hipócrita, donde los que acusan ocultan bajezas. Octavio es y crece homosexual por ello su vida se torna en un vía crucis desde la infancia, en el colegio, en la universidad, en la calle, dentro de su familia. Hasta en su vida adulta.
“La casa de los vientos” es la atrevida novela de Gabriel Rimachi Sialer, que habla del bullying, del acoso, de la intolerancia, de la discriminación violenta y cruel. Escrita con una técnica narrativa que sostiene la expectativa hasta el final, donde el manejo de los tiempos enlaza una historia con otras, permite así comprender los motivos y las razones que llevan a los personajes a desencantarse en decisiones que determinaran sus vidas.
Entender que la homosexualidad es una opción y que es parte de la vida, es un difícil proceso para muchas personas. Una cosa es aceptarse diferente y otra aceptar a los diferentes. En una sociedad machista como la nuestra, en donde los padres ignoran y las madres lloran la desgracia de que un hijo se declare homosexual, arriesgarse a escribir sobre esta realidad de la manera que Rimachi Sialer lo hace, es asumir que la literatura, es resistencia a lo preestablecido, es un compromiso con romper corrientes que hablan del facilismo de la vida y defender al ser humano al que muchos tratan de concienciar y manipular.
La destreza de la escritura de Rimachi genera emociones diversas, plantea interrogantes y cuestionamientos dentro de la historia, ¿acaso en algún momento hemos estado del lado acusador? ¿acaso nuestro silencio cómplice fue permisivo frente al abuso? “La casa de los vientos” no es una novela de homosexuales, es una novela humana, que hurga en el proceso de la aceptación personal del personaje y la forma en que asume las consecuencias de sus decisiones. Es una historia de resentimientos, de relaciones familiares fallidas, de heridas abiertas jamás sanadas. Pero también una historia de resiliencia, de comprensión y amor propio, donde siempre habrá la oportunidad para “ser feliz sobre los escombros de nuestra infancia”, frase final de la novela.
Dice Borges: “Un escritor debe ser juzgado por el placer que da. Y por las emociones que provoca”, y la novela escrita por Gabriel Rimachi tiene mucho de ello, logró que cuestionara conceptos anacrónicos sobre una realidad que he visto y conocido de cerca, permitiéndome reconocer que la empatía, el asertividad, la tolerancia debe de ser la primera emoción frente a otro ser humano con diferente opción sexual. Cosa muy diferente es la imposición de ese enfoque en diferentes ámbitos de la sociedad y en la educación escolar. No es malo ser gay, malo es imponer una narrativa alegando discriminación.
“La casa de los vientos”, es una novela profunda, que recomiendo leer con el corazón, y con desapego a conceptos y estereotipos inculcados durante años. No para aceptar al diferente, sino para entender al ser humano que vive en él.
Por Iván Adrianzén Sandoval
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